"Y acordóse Dios de Rachêl, y oyóla Dios, y abrió su matriz. Y concibió, y parió un hijo: y dijo: Quitado ha Dios mi afrenta: Y llamó su nombre José, diciendo: Añádame Jehová otro hijo." Génesis 30:22-24.
"José no tenía ningún resentimiento en su corazón; le pudo decir a esos hombres: 'mo me enviasteis vosotros acá, sino Dios'. (Génesis 45:8.) José solamente vio la mano de Dios en todo ello. Cuando fue vendido como esclavo a Potifar, 'los brazos de sus manos se fortalecieron
Por las manos del Fuerte de Jacob'. (Génesis 49:24.)
"El salmista dijo: 'Hasta la hora que llegó su palabra, El dicho de Jehová le probó.' (Salmo 105;19.) Él creía en la Palabra de Dios que le había sido enseñada en su niñez. Fue esa palabra loq eu lo mantuvo valero en la prisión, y humilde cuando regía a Egipto. Su fortaleza, tanto en la adversidad como en la prosperidad provenía 'del Fuerte de Jacob'. (Génesis 49:24.)
"Cuando consideramos la estricta integridad de José, estando en medio de las tinieblas egipcias, no debemos olvidar que Raquel, su madre, vivió hasta que él tuvo aproximadamente dieciséis años de edad. Después de que ella hubo, mediante su piadosa instrucción, fortalecido a su hijo para la gran obra que se hallaba ante él, Dios misericordiosamente puso a Raquel en la tumba antes de que José fuera vendido a Egipto, a fin de que ella fuera librada de sentir ese gran dolor. Y a través de la etermidad, ella verá el fruto de su entrenamiento; porque sin duda fue la piadosa instrucción de su madre lo que capacitó a José para conectarse con Dios tan íntimamente que 'su arco quedó en fortaleza, Y los brazos de sus manos se corroboraron Por las manos del Fuerte de Jacob' (Génesis 49:24.)
"En la traducción de la Septuaginta de Génesis 49:26, el nombre del padre y de la madre están unidos en la bendición: 'Las bendiciones de tu padre y de tu madre, Fueron mayores que las bendiciones de mis progenitores: Hasta el término de los collados eternos '
"El anciano patriarca, a medida que pensaba en el carácter de José, recordó los años de fiel instrucción que Raquel le había dado desde su nacimiento hasta que la meurte los separó. Las madres de los otros hijos no son mencionadas en las bendiciones." S.N. Haskell, The Cross And Its Shadow, pág. 342.
Continuará...