Levi (Juntado o Unido)
"Cuando Moisés descendió del monte y encontró a los hijos de Israel adorando al becerro de oro, se paró a la entrada del campamento y dijo: '¿Quién es de Jehová? júntese conmigo. Y juntáronse con él todos los hijos de Leví. Y él les dijo: Así ha dicho Jehová, el Dios de Israel: Poned cada uno su espada sobre su muslo: pasad y volved de puerta á puerta por el campo, y matad cada uno á su hermano, y á su amigo, y á su pariente. Y los hijos de Leví lo hicieron conforme al dicho de Moisés'. [Véase Éxodo 32:26-28.] S.N. Haskell, The Cross And Its Shadow, págs. 300-301.
"Aquí Moisés definió la genuina consagración como siendo la obediencia a Dios, el vindicar lo correcto y el mostrar una disposición a llevar a cabo el propósito de Dios en los deberes más desagradables, mostrando que los derechos de Dios están por encima de los reclamos de los amigos". Testimonies, tomo 3, pág. 301.
Al establecerse Israel en la tierra de Canaán, Leví no "recibió herencia, exceptuando cuarenta y ocho ciudades diseminadas en diferentes partes de la tierra. En el caso de esta tribu, sin embargo, su fidelidad a Jehová, cuando las otras tribus apostataron, mereció que fuera apartada para el servicio sagrado del santuario, y de esa manera la maldición se trocó en bendición." Elena G. de White, Patriarcas y Profetas, págs. 239-240.
"Al tiempo de esta crisis, el honor de Dios y de su causa eran más preciosos para los levitas que todas las conexiones mundanales; ni los hermanos, ni los compañeros ni los amigos, se interpusieron entre ellos y su deber para con Dios. Como una recompensa por su fidelidad, el sacerdocio —el cual era una porción de la primogenitura— le fue dada a los hijos de Leví. Lo que Rubén perdió por su infidelidad en la casa de su padre, Leví ganó al serle fiel a Dios delante de todo Israel." S.N. Haskell, The Cross And Its Shadow, pág. 301.
"Los incentivos más poderosos han sido puestos ante nosotros, las recompensas más gloriosas. Los cristianos han de ser representantes de Cristo, hijos e hijas de Dios." Elena G. de White, Testimonies, tomo 5, pág. 367.
"Es esencial que cultivéis la fidelidad en las cosas pequeñas, y al hacerlo adquiriréis costumbres de integridad en las responsabilidades mayores. Los pequeñps incidentes de la vida diaria pasan con fecuencia sin que los notemos; pero son etas cosas las que forman el carácter." Elena G. de White, Joyas de los Testimonios, tomo 1, págs. 580-581.
"En el nombre del Señor Dios de Israel, Moisés ordenó a los que estaban a su derecha y que se habían mantendio limpios de la idolatría, que empuñaran sus espadas y dieran muerte a todos los que persistían en la rebelión. 'Y cayeron del pueblo en aquel día como tres mil hombres,' Sin tomar en cuenta la posición, la parentela ni la amistad, los cabecillas de la rebelión fueron exterminados; pero todos los que se arrepeintieron y humillaron, alcanzaron perdón.
"Los que llevaron a cabo este terrible castigo, al ejecutar la sentencia del Rey del cielo, procedieron en nombre de la autoridad divina. Los hombres deben precaverse de cómo en su ceguedad juzgan y condenan a sus semejantes; pero cuando Dios les ordena ejecutar su sentencia sobre la iniquidad, deben obedecer. Los que cumplieron ese penoso acto, manifestaron con ello que aborrecían la rebelión y la idolatría, y se consagraron más plenamente al servicio del verdadero Dios. El Señor honró su fidelidad, otorgando una distinción especial a la tribu de Leví." Elena G. de White, Patriarcas y Profetas, pág. 334.
Continuará...