Monday, July 7, 2014

Las Tribus de Israel — Parte 44


José (Siginificado: Aumento. Del hebreo Yôsêf , "añada [aumente] El [Dios]" o "que El [Dios] añada [aumente]"; De acuerdo con Gn. 30:24 el vocablo hebreo proviene del verbo yâsaf , "añadir" (es decir, José representa el deseo de Raquel de recibir otro hijo de parte de Dios).

"Y acordóse Dios de Rachêl, y oyóla Dios, y abrió su matriz. Y concibió, y parió un hijo: y dijo: Quitado ha Dios mi afrenta: Y llamó su nombre José, diciendo: Añádame Jehová otro hijo." Génesis 30:22-24.

"Feliz la madre que imparte, y tres veces más bienaventurado el hijo que recibe una instrucción tal. Hay un poder en el entrenamiento piadoso recibido en la niñez, que moldea el carácter.Coloca un 'adorno de gracia' sobre la cabeza del que lo recibe. [Proverbios 1:7-9.]

José vio la mano de Dios en todos los eventos de su vida. Job manifestó el mismo espíritu; porque después de que Dios había permitido al diablo tomar todas sus posesiones terrenales, él dijo: 'Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito'. [Job 1:21] Ese mismo espíritu, atesorado en el corazón hoy día hará que un hombre sea grande, lo mismo que en el tiempo de Job y de José.

"Los primeros años de la vida de José en Egipto, fueron pasados en la casa de Potifar, quien le hizo supervisor sobre todos sus intereses. [Génesis 39:4-6.]  'Y vio su amo que Jehová estaba con él, y que todo lo que él hacía, Jehová lo hacía prosperar en su mano.' [Génesis 39:3.]

"La apariencia personal de José es descrita como siendo 'de hermoso semblante y bella presencia' [Génesis 39:6.] La esposa de su amo trató de atraparlo, pero su respuesta: '¿cómo, pues, haría yo este grande mal, y pecaría contra Dios?' [Génesis 39:9.] Demostró su estricta integridad, pero le costó su posición. De una posición de honor fue arrojado en prisión. Nuevamente, Dios vindicó a José y él fue honrado al ser colocado a cargo de todos los prisioneros. [Génesis 39:20-23.] Él aceptó su posición en la prisión como proviniendo de la mano de Dios." S.N. Haskell, The Cross And Its Shadow, págs. 342-343.


Continuará...

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