El Espíritu glorifica a Cristo haciéndole objeto de suprema
consideración, y el Salvador se convierte en el deleite, el regocijo, del
agente humano en cuyo corazón se produce esta transformación. . . .
El arrepentimiento hacia Dios y la fe en Jesucristo son los
frutos del poder renovador de la gracia del Espíritu. El arrepentimiento
representa el proceso por el cual el alma busca reflejar la imagen de Cristo
ante el mundo.
Cristo les da el aliento de su propio Espíritu, la vida de
su propia vida. El Espíritu Santo usa sus más altas energías para trabajar en
el corazón y la mente. La gracia de Dios amplía y multiplica sus facultades, y
toda perfección de la naturaleza divina les ayuda en la obra de salvar almas. A
través de la cooperación con Cristo, ellos están completos en Él, y en su
debilidad humana están capacitados para hacer las obras de la Omnipotencia.
Debería ser la obra de la vida cristiana revestirse de
Cristo y esforzarse para llegar a tener una imagen más perfecta de Cristo. Los
hijos e hijas de Dios deben avanzar en su semejanza con Cristo, nuestro Modelo.
Diariamente deben contemplar su gloria y contemplar su excelencia incomparable.
¡Oh, que el bautismo del Espíritu Santo pueda descender
sobre ustedes, para que puedan estar imbuidos del Espíritu de Dios! Entonces,
día tras día, se conformarán cada vez más a la imagen de Cristo, y en cada
acción de su vida la pregunta será: "¿Glorificará a mi Maestro?" Perseverando
en bien hacer, buscarán gloria y honra e inmortalidad. My Life Today, pág. 49.
Concluido.
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