Cuando hayamos hecho todo lo que podemos, debemos considerarnos siervos inútiles. No hay lugar para el orgullo por nuestros esfuerzos; porque dependemos en todo momento de la gracia divina, y no tenemos nada que no hayamos recibido. Jesús dice: "Sin mí nada podéis hacer".
Somos responsables únicamente de los talentos que Dios nos ha otorgado. El Señor no reprende a los siervos que han doblado sus talentos, que han hecho conforme a su capacidad. Aquellos que demuestren así su fidelidad pueden ser elogiados y recompensados; pero los que holgazanean en la viña, los que no hacen nada, o hacen negligentemente la obra del Señor, manifiestan por sus obras, su verdader interés en la obra a la que han sido llamados. . . . El talento que se les ha otorgado para la gloria de Dios y la salvación de las almas no ha sido apreciado y ha sido abusado. El bien que podrían haber hecho queda sin realizar, y el Señor no puede recibir lo suyo con la usura.
¡Cuán pocos aprecian esas bendiciones! ¡Cuán pocos buscan mejorar su talento y aumentar su utilidad en el mundo! El Maestro ha entregado a cada uno su obra. A cada uno le ha dado según su capacidad, y su encomienda es proporcional a su capacidad. Dios requiere que cada uno sea obrero en su viña. Debes asumir el trabajo que se le ha encomendado y hacerlo fielmente.
"Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas; porque en el Seol, adonde vas". Que elhmbre de negocos conduzca su negoci de la manera que glorificará a su Señor a causa de su fidelidad. Que lleve su religión a todo lo que se haga y revele a los hombres el Espíritu de Cristo. Sea el mecánico un representante diligente y fiel de Aquel que trabajó en los humildes caminos de la vida en las ciudades de Judea. Obre todo aquel que nombra el nombre de Cristo, para que el hombre, al ver sus buenas obras, sea inducido a glorificar a su Creador y Redentor. "Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor" Que la edificación del reino de Cristo sea su pensamiento constante, y deje que todos los esfuerzos se dirijan hacia ese fin.
Que nadie se lamente por no tener mayores talentos que usar para el Maestro. Mientras está insatisfecho y se queja, está perdiendo un tiempo precioso y oportunidades valiosas. Agradezca a Dios por la capacidad que tiene y ore para que pueda cumplir con las responsabilidades que se le han encomendado. Si desea una mayor utilidad, ponga manos a la obra y adquiera aquello por lo que llora. Vaya a trabajar con paciencia constante y haga lo mejor que pueda, independientemente de lo que estén haciendo los demás.“Cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí”.No deje que su pensamiento o tus palabras sean “¡Ojalá tuviera una obra más grande! ¡Ojalá estuviera en esta o en aquella posición!”
Cumpla con su deber donde se encuentre. Haga las mejores inversiones posibles con su don encomendado en el mismo lugar donde su trabajo contará más ante Dios. Apartae de sí toda murmuración y contienda. No trabaje por la supremacía. No tenga envidia de los talentos de los demás; porque eso no aumentará su capacidad para hacer un buen o un gran trabajo. Use su don con mansedumbre, humildad, fe confiada, y espere hasta el día del juicio final, y no tendrá motivo de dolor o de vergüenza..—Review and Herald, 1 de mayo del 1888.