Tuesday, December 13, 2022

La Incomparable Ternura de Cristo

 

Como el rocío y las silenciosas lluvias caen sobre las plantas marchitas, así dejen que las palabras  caigan suavemente cuando busquen ganar a los hombres del esfuerzo. El plan de Dios es primero llegar al corazón. Debemos hablar la verdad en amor, confiando en Él para impartirle el poder de reformar la vida. El Espíritu Santo aplicará al alma la palabra que
se habla en amor.

Naturalmente, somos egocéntricos y obstinados. Pero cuando aprendemos las lecciones que Cristo desea enseñarnos, nos hacemos partícipes de su naturaleza; desde ese moento en adelante vivimos  Su vida. El maravilloso ejemplo de Cristo, la incomparable ternura con la que penetró en los sentimientos de los demás, llorando con los que lloraban, regocijándose con los que se regocijaban, debe tener una profunda influencia en el carácter de todos los que le siguen con sinceridad. Con palabras y actos amables, tratarán de facilitar el camino a los pies cansados...

A nuestro alrededor hay almas afligidas. Aquí y allá, en todas partes, podemos encontrarlas. Busquemos a esos que sufren y hablemos una palabra a tiempo para consolar sus corazones. Seamos siempre canales a través de los cuales fluirán las refrescantes aguas de la compasión.

En todas nuestras asociaciones debe recordarse que en la experiencia de los demás hay capítulos sellados a la vista de los mortales. En las páginas de la memoria hay historias tristes que se guardan sagradamente de los ojos curiosos. Se registran largas y duras batallas con circunstancias difíciles, quizás problemas en la vida familiar, que día a día debilitan el valor, la confianza y la fe. Aquellos que están peleando la batalla de la vida en medi de grandes contrariedades pueden ser fortalecidos y animados por pequeñas atenciones que solo cuestan un esfuerzo amoroso. Para tales, el fuerte y útil apretón de la mano de un verdadero amigo vale más que el oro o la plata. Las palabras de bondad son tan bienvenidas como la sonrisa de los ángeles.

Hay multitudes que luchan contra la pobreza, obligadas a trabajar arduamente por pequeños salarios y capaces de asegurar sólo las necesidades más básicas de la vida. El trabajo y las privaciones, sin esperanza de cosas mejores, hacen que su carga sea muy pesada. Cuando se suman el dolor y la enfermedad, la carga es casi insoportable. Agobiados y oprimidos, no saben adónde acudir en busca de alivio. Simpatice con ellos en sus pruebas, sus angustias y desilusiones. Eso le abrirá el camino para ayudarlos. Hábleles de las promesas de Dios, ore con ellos y por ellos, inspírelos con esperanza.

Las palabras de aliento y de ánimo pronunciadas cuando el alma está enferma y el pulso del valor está bajo, el Salvador las considera como si se las hablara a Sí mismo. Mientras los corazones se alegran, los ángeles celestiales miran con complacido reconocimiento. Lift Him Up, pág. 95.

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