Que la ley de la bondad esté en sus labios y el aceite de la gracia en su corazón. Esto producirá resultados maravillosos. Será tierno, comprensivo, cortés. Necesita todas esas gracias. El Espíritu Santo debe ser recibido e introducido en su carácter; entonces será como fuego santo, que dará incienso que subirá a Dios, no de labios que condenan, sino como sanador de las almas de los hombres. Su rostro expresará la imagen de lo divino. . . . Al contemplar el carácter de Cristo, será transformado a su semejanza. Sólo la gracia de Cristo puede cambiar su corazón y entonces reflejará la imagen del Señor Jesús. Dios nos llama a ser como Él: puros, santos e inmaculados. Debemos llevar la imagen divina. . . .
El Señor Jesús es nuestro único ayudadador. Por su gracia aprenderemos a cultivar el amor, a educarnos para hablar con dulzura y ternura. Por Su gracia, nuestros modales fríos y ásperos serán transformados. La ley de la bondad estará en nuestros labios, y aquellos que estén bajo la preciosa influencia del Espíritu Santo, no sentirán que es una evidencia de debilidad llorar con los que lloran, regocijarse con los que se regocijan. Debemos cultivar excelencias celestiales de carácter. Debemos aprender lo que significa tener buena voluntad hacia todos los hombres, un deseo sincero de ser como la luz del sol y no como la sombra en la vida de los demás.
Aproveche cada oportunidad para contribuir a la felicidad de quienes le rodean, compartiendo con ellos su afecto. Las palabras de bondad, las miradas de simpatía, las expresiones de aprecio, serían para muchos que luchan y se sienten solos como un vaso de agua fría para un alma sedienta. . . .
Viva bajo la luz del sol del amor del Salvador. Entonces su influencia bendecirá al mundo. Deje que el Espíritu de Cristo le controle. Que la ley de la bondad esté siempre en sus labios. La paciencia y la abnegación marcan las palabras y las acciones de los que nacen de nuevo, para vivir la nueva vida en Cristo. God's Amazing Grace, pág. 299.
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