Tuesday, March 23, 2010

El Hombre Por Sí Mismo es Valorado—Parte 1



Por Helen Bond
Helen Bond es miembro de una familia que ha sido adventista por tres generaciones, es una escritora independiente y una misionera jubilada. Escribió este artículo desde Paradise, California.
El amado Juan era el discípulo que estuvo más dispuesto a abrir su corazón a Jesús, el que más fervientemente contempló la vida diaria de Jesús y asimiló las profundas lecciones de mansedumbre y humildad que encerraban todas sus acciones. Él fue quien comprendió más ampliamente el principio de la abnegación, de completa devoción a la causa que la vida de Jesús ilustró. Él empezó temprano y continuó dominando sus tendencias naturales, buscando ser exactamente como Aquel a quien amaba.
Posiblemente, si no fuera por los escritos de Juan en los cuales el amor de Dios a través de su Hijo Jesús es tan hermosamente ilustrado, puede ser que todavía no tuviéramos una comprensión de la conexión tan íntima que puede haber entre el gran y todopoderoso Creador del universo y la pequeña criatura, el hombre, a quien él da el privilegio y honor de llamarle "Padre". Las epístolas de Juan sugieren el espíritu del amor. Parece como si él hubiera escrito con una pluma sumergida en amor. ¡Qué agradecidos estamos por la tierna descripción de ese amor que tanto neceitamos!
¿Y qué diremos acerca de la personalidad y la vida de aquel que gue capaz de dejar tras sí, para nosotros, un tributo tan grandioso? La Inspiración nos ha dado muchas evidencias que ayudan a completar nuetra historia bíblica de Juan. Sabemos que cuando Jesús escogió a los doce, para trabajar con ellos y para ser enseñados por él, él llamó a Santiago y a Juan, hijos de unpescador para que lo siguieran.
Santiago y Juan fueron llamados "hijos del trueno".
La pluma Inspirada nos dice que Juan era orgulloso, dominante,m ambicioso, impetuoso y se resentía ante la injuria. No poseía amabilidad natural de carácter. Tenía un carácter violento y estaba lleno de un deseo de venganza y de un espíritu de crítica.
Cuando recordamos que ellos deseaban obtner permiso de Jesús para hacer que descendiera fuego del cielo para destruir a los samaritanos, los cuales, ellos pensaban que habían insultado a su Maestro, podemos ver muy bien que el término "hijos del trueno" armonizaba con Santiago y Juan.
Si usted y yo hubiéramos estado allí para presenciar cuando Jesús escogió a los doce, sabiendo el alcance de los resultados que dependían de su elección, me pregunto qué hubiéramos pensado—y dicho. Posiblemente, uno de los errores más grandes que podemos cometer como seres humanos, es en el área de juzgar el carácter. Podemos juzgar solamente por la apariencia exteriro —por lo que vemos, oímos y sentimos. Pero no importa cuántas conclusiones psicológicamente correctas pensemos que podemos sacar de estas señales exteriores, no podemos leer el corazón como Jesús lo hace. No puede siempre ser el que está alto en nuestra estimación, un candidato para el cielo que probará que posee estos atributos en el último análisis.
Podíamos habernos sentido desanimoados por el futuro de la iglesia cuando miramos a Juan, Pedro, al incrédulo Tomás y algunos de los otros. ¿Y me pregunto si el joven alto y agradable que llevaba la bolsa de dinero no podía habernos impresionado un poquito mejor? ¡Ahora había un discípulo con una apariencia impresionante! No tomó mucho tiempo evaluar supersonalidad y observar the tenía un discernimiento profundo y una habilidad ejecutifa. Se advertía en su propia apariencia llena de confianza propia y en el modo en que los otros discípulos lo respetaban.
Se nos dice que Juan y Judas personifican a los que profesan ser seguidores de Cristo; que representan las dos clases que componen al profeso pueblo de Dios. Uno era la demostración de la verdadera santificación; el otro poseía sólo una forma de piedad. Así que hoy en día, cada uno de nosotros está enla categoría de ya sea de Juan o de Judas.
Posiblemente, usted está pensando que no es justo comparar con Judas a alguien que está tratando sinceramente de ser un cristiano. Pero esa es una mala interpretación, en la cual puede haber grandes peligros. Permítanos considerar muy seriamente cuáales fueron las diferencias en las experiencias de estos dos hombres. ¿Por qué uno llegó a estar verdadermente santificado mientras que el otro nunca progresó más allá de una forma de piedad? ¿Cuál es la instrucción y auyda que se nos ha dado para que podamos seguir a Jesús como lo hizo el amado Juan? ¿Y cuáles son las señales de advertencia que nos ayudarán a evitar que imitemos el terrible fracaso de Judas, el traidor?
Si podemos comprender y ayudar a otros a entender esta diferencia en la experiencia religiosa de estos dos hombres que fueron escogidos por Cristo, podemos tener las respuestas para estas importantes preguntas que hos conciernen tan urgentemente ahora, en la terminación de la tarea— ¿Cómo puedo asegurar la vida eterna? ¿Cómo puedo estar seguro de que Satanás no evitará que yo obtenga la santificación?
Ambos discípulos tuvieron la misma oportunidad de estudiar y de seguir el Patrón Divino. Ambos estuvieron íntimamente asociados con Jesús y tuvieron el privilegio de escuchar su enseñanza. Cada uno tenía graves defectos de carácter y tuvo acceso a la gracia divina que transforma el carácter.
Judas ciertamente amó al gran Maestro y deseaba estar con él. Sintió un verdadero deseo de que su vida y carácter fueran transformados y esperaba tal como usdted y yo, experimentar ese cambio a través de su conexión con Jesús. Cuando él fue solicitando un lugar entre los doce, Jesús vio que Judas realmente tenía rasgos de carácter preciosos que podían ser una bendición para la iglesia.
Él no era insensible a la belleza del carácter de cristo y a menudo cuando escuchó las palabras del Salvador, la convicción vino a su corazón. Jesús confió en ese hombre para que hiciera la obra de un evangelista. Le dio poder para sanar al enfermo y para sacar demonios, Judas creía que Jesús era el Mesías y su corazón experimentó una viva emoción, junto con los corazones de los otros discípulos, cuando él trajo al enfermo, al cielo y al cojo a Jesús para su curación. También sintió la satisfacción que siempre viene del servicio a Dios.
Jesús leyó el corazón de Judas. Al conectar a ese hombre consigo mismo, lo colocó, como hizo con el resto de los doce, donde día a día pudiera estar en contacto con el raudal de abnegación que salía de su propio corazón. Si él hubiera abierto su corazón a Cristo, la gracia divina hubera desterrado al demonio del egoísmo, y aún Judas, hubiera llegado a ser un súbdito del reino de Dios y uno de los principales discípulos.
Tanto Juan como Judas codiciaban la posición de ser el que más cerca estuviera de Jesás cuando él ascendiera a su reino. Ambos sostenían ideas equivocadas acerca de su reino [de Cristo], y de su propira relación co éste. Pero bajo de todo el trueno de Juan, Jesús, quien escudriñaba el corazón, percibió una personalidad amorosa y cálida. Juan adhirió a Cristo como la vid se aferra a un majestuoso pilar. Él correspondió al amor de Jesús con toda la fuerza de una ferviente devoción. Fue su amor por Cristo lo que siempre lo llevó a buscar estar a su lado.
Algunas de las lecciones más importantes que Jesús encontró necesarias enseñar a Juan, le fueron dadas debido a su orgullo y ambición de ser grande. Jesús conocía los motivos de su corazón y lo reprendió. De esa manera, Juan aprendió que el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir y que si uno quiere ser el primero en el reino, debe en esta tierra seguir a jesús llegando a ser el más humilde en el servicio. Él descubrió que en el reino de Dios, la posición no se gana por favoritismo ni es recibida a través de una concesión arbitraria. Es simplemente un resultado del carácter. La cruz y el trono son pruebas de una condición que se ha alcanzado, muestras de la conquista del yo a través de la gracia de nuestro Señor Jesucristo. Éstas no eran otorgadas por Jesús, sino por su Padre.
Continuará . . .

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