Wednesday, April 14, 2010

La Importancia de las Palabras----Parte 1



Por Tom Waters




En Mateo 12:37 Jesús nos dice: "Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado."
¿Cómo es que nuestras palabras pueden tener tanta importancia que Jesús dijo que seremos "justificados" o "condenados" por ellas? Es porque él sabe que el versículo 34 dice que: "De la abundancia del corazón habla la boca." Nuestras palabras y el espíritu con el cual las pronunciamos son un índice de si estamos viviendo en la carne— permitiendo que el yo domine, o estamos caminando en el Espíritu—dejando que el yo sea sometido—crucificado con Cristo. Si tomamos una decisión consciente de consagrarnos o entregarnos a Dios al comienzo de cada día, nos daremos cuenta de las admoniciones del Espíritu Santo a través de nuestra conciencia, cuando nos asalta la tentación a hablar palabras de irritación, disparates o exageraciones. Y para mí, las tentaciones vienen más de una vez al día.
Recientemente, mi hija Allison y yo estabamos poniendo una cuerda alrededor de una viga del techo. Cuando llegamos al final de la viga en la esquina entre la pared y el techo, ¡vino la tentación! Me encontraba en una posición difícil, en un escalera martillando en la esquina. El primer clavo se dobló, por lo que le dije a Allison que iba a poner otro clavo para que pudiera quitar el primero sin mover la posición de la cuerda. El segundo clavo se dobló y el tercero, y por supuesto, también el cuarto. Ahora, ¿ qué creen que quería decirle a Allison, o decirme a mi mismo, en su oído? Recuerde, hace calor allá arriba, estoy encogido en la escalera y ya he golpeado la nueva pintura de la pared con el martillo.
La tentación era aceptar la irritación y frustración como mía, dejarme llevar por las intensas atracciones de la carne, pronunciar las palabras que podrían justificarme y probar que la gracia no era suficiente para guardarme. Pero el Espíritu Santo me estaba sugiriendo una manera de escapar. 1 Corintios 10:13 dice: "Pero fiel es Dios, que no permitirá que seáis tentados más de lo que podéis resistir, sino que proveerá también juntamente con la tentación la vía de escape, para que podáis soportar." Me recordó que ésta era otra oportunidad de ser guardado por el poder del Evangelio —el poder que aceptamos por fe en esta clase de situaciones—y no permitir que los potentes argumentos del yo prevalezcan. Por gracia escogí aceptar la "vía de escape" y por fe, negué los clamores de la carne y permanecí conectado a Cristo quien es: "poder de Dios para salvación a todo aquel que cree". Romanos 1:16.
Ahora, en lugar de derramar palabras que hubieran podido negar a Cristo, lastimar el espíritu de mi hija y sólo hacerme sentir miserable en el yo, Dios permitió que empezara una conversación con Allison acerca del poder del Evangelio en las pequeñas pruebas y adversidades de cada día. Hablamos de cómo esas tentaciones nos dan el entrenamiento práctico que finalmente nos prepará para aferrarnos a Cristo a través del último gran conflicto que pronto va a venir sobre la tierra. ¡Qué bendito contraste con las palabras y la conversación que hubieran podido tomar lugar, si hubiera cedido a las fuertes provocaciones del yo!
Las palabras de frustración y de justificación propia no habrían traído alivio; no, sólo remordimiento, una convicción de pecado y finalmente, por la gracia de Dios, arrepentimiento hacia Dios y hacia mi hija. Esto muestra claramente la importancia de nuestras palabras, ¿no es así? También nos ayuda a ver por qué Jesús dijo: "Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado." Mateo 12:37. Antes de que nuestras palabras sean pronunciadas, tenemos, consciente o inconscientemente, a través del hábito, que tomar una decisión que demuestre, ya sea el poder del Evangelio para guardarnos, y nuestra conexión con Cristo, u otra manifestación del control de la carne sobre nosotros—nuestra naturaleza carnal.
Pero amigos, esta simple ilustración, a pesar de que representa lo que cada uno de nosotros enfrenta diariamente, muestra sólo un aspecto de la importancia de nuestras palabras, y si éstas son un indicio de nuestra conexión con la carne o con el poder del Evangelio. Muchos de nosotros, cristianos profesos, podemos parecer que somos "religiosos," vistiéndonos y alimentándonos correctamente, y aún siendo versados en la defensa de cada punto de la verdad, pero, ¿hemos aprendido a refrenar nuestras lenguas en cada aspecto de la vida diaria? Santiago 1:26 dice: "Si alguno se cree religioso entre vosotros, y no refrena su lengua . . . la religión del tal es vana". Amigos, esto simplemente significa que debemos evaluar y refrenar las palabras que hablamos y el tono en el cual las pronunciamos, para ver si representan una verdadera conexión con el Poder de lo alto que está fuera de nosotros.
Continuará . . .

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