Tuesday, April 7, 2015

Los Ciento Cuarenta y Cuatro Mil — Parte 9



"Y oí el número de los sellados: ciento cuarenta y cuatro mil sellados de todas las tribus de los hijos de Israel." Apocalipsis 7:4.

"Así se quedó Jacob solo; y luchó con él un varón hasta que rayaba el alba. Y cuando el varón vio que no podía con él, tocó en el sitio del encaje de su muslo, y se descoyuntó el muslo de Jacob mientras con él luchaba. Y dijo: Déjame, porque raya el alba. Y Jacob le respondió: No te dejaré, si no me bendices. Y el varón le dijo: ¿Cuál es tu nombre? Y él respondió: Jacob. Y el varón le dijo: No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel;[b] porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido." Génesis 32:24-26.

"No hay verdad tan claramente enseñada por la Biblia como la de que lo que hacemos, es resultado de lo que somos. En gran parte, los incidentes de la vida son el fruto de nuestros propios pensamientos y acciones. 'La maldición no viene sin causa.'

" 'Decid al justo que irá bien....¡Ay del malo! pues mal le irá; porque la recompensa de lo que han hecho sus manos le será dada.'

" '¡Escucha, oh tierra! He aquí que voy a traer el mal sobre este pueblo, es a saber el fruto de sus mismos pensamientos.'

"Es terrible esta verdad y debería ser profundamente inculcada. Toda acción reacciona sobre el que la ejecuta. Nunca un ser humano puede dejar de reconocer, en los males que aquejan su vida, el fruto de su propia siembra. Sin embargo, no estamos sin esperanza.

"Jacob recurrió al fraude para obtener el derecho de la primogenitura que ya le correspondía segúla promesa de Dios, y la cosecha que recogió fue el odio de su hermano. Durante los veinte años de destierro fue defraudado y sufrió injusticia y al fin se vio obligado a buscar
seguridad en la fuga, y recogió la segunda cosecha cuando vio reproducidos en sus hijos los malos rasgos de su propio carácter, cuadro fiel de las retribuciones de la vida humana.

"Pero Dios dice: 'Pues no contenderé para siempre, ni guardaré perpetuamente la ira; porque el espíritu desfallecería delante de mí, y las almas que yo he hecho. A causa de la iniquidad de su codicia, me indigné, y le castigué repetidad veces; escondí mi rostro, estando idignado; y él siguió andando perversamente en el camino de su corazón. Yo he visto sus caminos, y le sanaré; le conduciré también, y le devolveré consuelos a él y a sus penitentes; ...pas, pas al que esté lejos y al cercano, dice Jehová; pues yo le sanaré'.

"Jacob no fue abrumado por su pena. Se había arrpentido, había tratado de expiar el mal hecho a su hermano. Y cuando se vio amenazado de muerte a causa de la ira de Esaú, buscó ayuda en Dios. . . .

" 'Y le bendijo allí'. Con el poder de Dios, el perdonado dejó de ser un suplantador para ser príncipe con Dios. No sólo había sido librado de su hermano airado, sino de sí mismo. Había quebrantado el poder del mal en su propia naturaleza; había sido transformado su carácter.

"A la caída de la tarde se hizo la luz. Jacob, al repasar la historia de su vida, reconoció el poder sostenedor de Dios, 'el Dios que ha sido el Pastor mío desde que existo hasta el día de hoy; el Ángel que me rescató de todo mal'.

"El mismo caso se replica en la historia de los hijos de Jacob [los padres de las doce tribus de Israel], es decir la reacción del pecado sobre el que lo comete y el arrepentimiento que da fruto de justicia para vida.

"Dios no anula sus leyes. No obra contrariamente a ellas. No deshace la obra del pecado, pero la transforma. Por medio de su gracia, la maldición se convierte en bendición." Elena G. de White, La Educación, págs. 141-143.

Continuará...

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