"Dondequiera que hay unión con Cristo, hay amor.
Cualesquiera que sean los otros frutos que podamos producir, si falta el amor,
no obtendréis nada. El amor a Dios y al prójimo es la esencia misma de la
religión. Nadie puede amar a Cristo y no amar a sus hijos. Cuando estamos
unidos a Cristo, tenemos la mente de Cristo. La pureza y el amor brillan en el
carácter, la mansedumbre y la verdad controlan la vida. La expresión misma del
rostro cambia. Cuando Cristo mora en el alma ejerce un poder transformador, y
el aspecto exterior da testimonio de la paz y la alegría que reinan en el
interior. Bebemos el amor de Cristo como la rama se nutre de la vid. Si estamos
injertados en Cristo, si hemos sido unidos fibra por fibra con la vid viviente,
daremos evidencia de ese hecho llevando ricos racimos de fruta. Si estamos
conectados con la luz, seremos canales de luz, y en nuestras palabras y obras
daremos luz al mundo. La luz que brilla en la faz de Jesucristo, es reflejada
por sus seguidores, para la gloria de Dios." Bible Echo, 15 de abril del
1893.
Concluido.
Concluido.
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