No hemos de hacer de nuestros sentimientos una prueba por
medio de la cual saber si contamos con el favor divino, sean éstos lo que
consideramos sentimientos de ánimo o no. Tan pronto como alguien comienza a
analizar sus sentimientos, se encuentra en terreno peligroso. Si se siente
gozoso, tiene la seguridad de de que se halla en una condición favorable, pero
cuando viene un cambio, como ocurrirá, porque las circunstancias serán
arregladas de tal manera que sentimientos de depresión harán que el corazón se
sienta triste, entonces la persona se sentirá inclinada de una manera natural a
dudar de que Dios la ha aceptado. No es sabio el tomar en cuenta las emociones
y tratar de probar su espiritualidad mediante sus sentimientos. No se estudie a
sí mismo; aparte la mirada del yo y fíjela en Jesús. Aunque usted reconozca que
es un pecador, todavía puede apropiarse a Cristo como us Redentor perdonador
del pecado. Jesús no vino a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento.
Satanás no tardará en presentar al alma arrepentida sugerencias y dificultades
para debilitar la fe y destruir el coraje. Tiene múltiples tentaciones que
puede enviar como tropas a la mente, una en sucesión de la otra; pero el
cristiano no debe estudiar sus emociones y dar paso a sus sentimientos, o
pronto entretendrá al malvado invitado, dudará y se enredará en las
perplejidades de la desesperación. Expulse las sugerencias del enemigo
contemplando las profundidades incomparables del amor de su Salvador.
No exalte sus sentimientos, y no se deje llevar por ellos,
ya sean buenos, malos, tristes o alegres. El apóstol dice: "Tenemos
también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos
como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y
el lucero de la mañana salga en vuestros corazones." Es la palabra de Dios
que debe ser su seguridad. "Mas a todos los que le recibieron, a los que
creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios."
El suministro de la nutrición del alma está en Jesucristo.
Una religión legalista siempre será un huésped problemático, y es un engaño
imaginar que existe una religión natural que es aceptable para Dios. La
religión de Cristo enseña a su poseedor la desconfianza en el yo, pero al mismo
tiempo le permite aferrarse a la mano de Cristo con firmeza, y hacerlo aún más
firmemente, a medida que las tentaciones presionan el alma.
Hay una guerra en la cual cada alma debe envolverse quien ha
de tener una corona de vida. Pulgada a pulgada, el vencedor debe pelear la
buena batalla de la fe, usando las armas de la Palabra de Dios. Debe
enfrentarse al enemigo con un : "Escrito está". Debe mantener el
arsenal bien abastecido con "Escrito está". De esa manera, debe
enfrentarse a los avances del enemigo, y educar y entrenar el alma para los
ataques aún más severos del enemigo. La verdad, la Palabra de Dios, la fe y la
justicia, y la esperanza de la salvación, deben ser la armadura del guerrero
exitoso, y sus ojos deben ser ungidos a fin de que sean agudos y sensibles para
detectar los artificios del enemigo. "Por lo demás, hermanos míos,
fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la
armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo."
Si Dios no hubiera hecho una provisión por la cual usted puede estar
completamente equipado para su guerra con los poderes de las tinieblas,
entonces esos mandatos y promesas serían una burla para usted y tentarían su
alma; Pero nuestro Dios es verdadero. Podemos depender de él en todas las
circunstancias. La Palabra de Dios no puede fallar, y en ella debemos encontrar
nuestra seguridad.
Cuando el enemigo comienza a apartar la mente de Jesús, a
alejar el pensamiento de su misericordia, su amor, su suficiencia, no dedique
un tiempo precioso a la consideración de sus sentimientos, sino huya a la
Palabra. En las Escrituras, Cristo es presentado como Aquel por medio de quien
Dios hizo los mundos. Él es la luz del mundo y, cuando el buscador de la luz
estudia la Palabra, encuentra iluminación celestial. Cristo, el tema que todo
lo absorbe, se revela a su alma, y él ve que los requisitos de Dios son de un
carácter cristiano.
Cristo abre la mente para que comprenda el significado de la
Palabra sagrada, y el Espíritu Santo transmite su verdadero significado al
alma, que antes no se había visto ni apreciado. El buscador de la verdad siente
lo mismo que los discípulos cuando Cristo los alcanzó en su viaje a Emaús.
¿Qué esperamos lograr anhelando que todo el mundo se
convierta a Jesús, creyendo en su amor perdonador, cuando nosotros mismos no
creemos en su amor o descansamos en su gracia? ¿Cómo podemos llevar a otros a
una total seguridad, a una fe simple e infantil en nuestro Padre celestial,
cuando medimos y juzgamos nuestro amor hacia él por nuestros sentimientos? No
podemos elevarnos en el pensamiento, o saber lo que es ser hijos e hijas de
Dios, a menos que confiemos implícitamente en la Palabra de Dios, porque
Satanás estará siempre en el terreno para disputar nuestras afirmaciones.
Debemos educar al alma para que confíe en la Palabra de Dios con una confianza
inquebrantable. Deje que la gratitud y la acción de gracias fluyan del corazón,
y deje de herir el corazón de Cristo al dudar de su amor, que nos ha sido asegurado
por las más asombrosas evidencias; porque él nos amó tanto como para dar su
propia vida por nosotros, para que no perezcamos, sino que tengamos vida
eterna.
Signs of the Times, 3 de
diciembre del 1894.
Convluido.