Cristo dijo, "Yo os digo la verdad: Os conviene que yo
me vaya". Nadie podría tener
ninguna preferencia a causa de su ubicación o contacto personal con Cristo. El
Salvador sería accesible para todos por igual, espiritualmente, y en este
sentido estaría más cerca de todos nosotros que si no hubiera ascendido a lo
alto. Ahora todos pueden ser igualmente favorecidos al contemplarlo y reflejar
su carácter. El ojo de la fe lo ve siempre presente, en toda su bondad, gracia,
tolerancia, cortesía y amor, esos atributos espirituales y divinos. Y mientras
contemplamos, somos transformados a su semejanza.
Cristo pronto vendrá en las nubes del cielo, y debemos estar
preparados para encontrarnos con Él, sin mancha ni arruga ni cosa semejante....
El poder de convertidor de Dios debe descansar sobre
nuestros corazones. Debemos estudiar la vida de Cristo e imitar el Patrón
divino. Debemos espaciarnosr en la perfección de su carácter y ser
transformados a su imagen. Nadie entrará en el reino de Dios a menos que su
voluntad sea llevada cautiva a la voluntad de Cristo.
El cielo está libre de todo pecado, de toda contaminación e
impureza; y si hemos de vivir en su atmósfera, si hemos de contemplar la gloria
de Cristo, debemos ser puros de corazón, perfectos en carácter a través de Su
gracia y justicia. No debemos dejarnos llevar por el placer y la diversión,
sino estar preparados para las gloriosas mansiones que Cristo ha ido a preparar
para nosotros. Si somos fieles, buscando bendecir a otros, pacientes en hacer el
bien, a su venida Cristo nos coronará con gloria, honor e inmortalidad. Review
and Herald, 5 de diciembre del 1912.
Concluido.
No comments:
Post a Comment