Mientras Nehemías imploraba la ayuda de Dios, no dobló sus
manos, sintiendo que no tenía ninguna otra preocupación o responsabilidad de
llevar a cabo el propósito de restaurar a Jerusalem. Con admirable prudencia y previsión, procedió a hacer todos los
arreglos necesarios para garantizar el éxito de la empresa.....
El ejemplo de este hombre santo debería ser un ejemplo para
el pueblo de Dios, de que no han de orar solamente con fe, sino trabajar con
diligencia y fidelidad. ¡Cuántas
dificultades encontramos, con qué frecuencia obstaculizamos el trabajo de la
Providencia en nuestro nombre, porque se considera que la prudencia, la
previsión y el cuidado meticuloso tienen poco que ver con la religión! Ese es
un grave error. Es nuestro deber cultivar y usar cada facultad que nos hará
obreros más eficientes para Dios. La consideración cuidadosa y los planes bien
maduros son tan esenciales para el éxito de las empresas sagradas hoy como en
el tiempo de Nehemías. . . .
Los hombres y las mujeres de oración deben ser hombres y
mujeres de acción. Aquellos que estén listos y dispuestos encontrarán formas y
medios de trabajo. Nehemías no dependía de las incertidumbres. Los medios que
le faltaban los solicitaba a quienes podían otorgarlos.
El Señor todavía mueve los corazones de reyes y gobernantes
en nombre de su pueblo. Aquellos que están trabajando para Él deben aprovechar
la ayuda que Él incita a hombres y mujeres a dar para el avance de Su causa.
Los agentes a través de los cuales llegan esos regalos pueden abrir caminos por
los cuales la luz de la verdad se dará a muchas tierras ignorantes. Es posible
que esas personas no simpaticen con la obra de Dios, no tengan fe en Cristo, ni
conozcan Su Palabra; pero por esas razones sus donaciones no han de ser
rechazados.
El Señor ha puesto sus bienes en manos de incrédulos y de
creyentes; Todos pueden regresar a Él lo que es Suyo para hacer la obra que
debe hacerse en favor de un mundo caído. Mientras estemos en este mundo,
mientras el Espíritu de Dios luche con los corazones humanos, debemos recibir
favores y también impartirlos. —Southern Watchman, 15 de marzo del 1904.
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