Thursday, April 16, 2020

Nuestras Oraciones Serán Contestadas


En su oración por sus discípulos Cristo dijo: " Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad. Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos". En su oración Cristo incluye a todos aquellos que oirán las palabras de vida y salvación a través de los mensajeros a quienes envía. . . .

¿Podemos por fe comprender el hecho de que somos amados por el Padre así como el Hijo es amado? Si pudiéramos aferrarnos a esto y actuar de acuerdo con ello, de hecho tendríamos la gracia de Cristo, el aceite dorado del cielo, vertido en nuestras pobres, sedientas y sedientas almas. Nuestra luz ya no sería intermitente y parpadeante, sino que brillaría intensamente en medio de la oscuridad moral que, como un manto funerario, envuelve al mundo. Debemos por fe escuchar la intercesión prevaleciente que Cristo presenta continuamente en nuestro nombre, como Él dice: "Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo, para que vean mi gloria que me has dado; porque me has amado desde antes de la fundación del mundo."

Nuestro Redentor nos anima a presentar súplicas continuas. Nos hace las promesas más decididas de que no debemos declarar en vano. Él dice: "Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá."

Luego presenta la imagen de un niño pidiendo pan a su padre, y muestra cuánto más dispuesto está Dios a conceder nuestras peticiones que los padres a conceder la petición de su hijo. . . .

Nuestro precioso Salvador es nuestro hoy. En Él nuestras esperanzas de vida eterna están centradas. Él es quien presenta nuestras peticiones al Padre y nos comunica la bendición que pedimos. —Signs of the Times, 18 de junio del 1896.

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