Thursday, April 2, 2020

Toda la Verdad Concuerda


Hay hombres que piensan que han hecho descubrimientos maravillosos en la ciencia. Citan las opiniones de los hombres eruditos como si los consideraran infalibles, y enseñan las deducciones de la ciencia como verdades que no pueden ser controvertidas. Y la Palabra de Dios, que se da como una lámpara para los pies del viajero cansado del mundo, es juzgada por esa norma y pronunciada falta. La investigación científica a la que esos hombres se han entregado les ha resultado una trampa. Se han nublado sus mentes, y han caído en el escepticismo. Tienen conciencia del poder; y en lugar de mirar a la Fuente de toda la sabiduría, triunfan en el conocimiento que pueden haber adquirido. Han exaltado su sabiduría humana en oposición a la sabiduría del Dios grande y poderoso, y se han atrevido a entrar en controversia con él.

Dios ha permitido que un torrente de luz se vierta sobre el mundo en descubrimientos en la ciencia y el arte; pero cuando hombres que profesan ser científicos dan conferencias y escriben sobre esos temas desde un punto de vista meramente humano, ciertamente llegarán a conclusiones erróneas. Las mentes más grandes, si no son guiadas por la Palabra de Dios en su investigación, se desconciertan en sus intentos de investigar la relación entre la ciencia y la revelación. El Creador y sus obras están más allá de su comprensión; y debido a que no pueden explicar eso por medio de leyes naturales, la historia de la Biblia se considera poco confiable. Los que dudan de la fiabilidad de los registros del Antiguo y Nuevo Testamento serán llevados a dar un paso más y a dudar de la existencia de Dios; y luego, soltando su ancla, se dejan golpear sobre las rocas de la infidelidad. Moisés escribió bajo la guía del Espíritu de Dios, y una teoría correcta de la geología nunca reclamará descubrimientos que no puedan conciliarse con sus declaraciones. La idea en la que muchos tropiezan, de que Dios no creó la materia cuando creó el mundo, limita el poder del Santo de Israel.

Muchos, cuando son incapaces de medir al Creador y sus obras por su propio conocimiento imperfecto de la ciencia, dudan de la existencia de Dios y atribuyen un poder infinito a la naturaleza. Esas personas han perdido la simplicidad de la fe y están lejos de Dios en mente y en espíritu. Debe haber una fe establecida en la divinidad de la santa Palabra de Dios. La Biblia no debe ser probada por las ideas científicas de los hombres, sino que la ciencia debe ser puesta a prueba de esa norma infalible. Cuando la Biblia hace declaraciones de hechos en la naturaleza, la ciencia puede compararse con la Palabra escrita, y una comprensión correcta de ambas siempre demostrará que están en armonía. Una no contradice a la otra. Toda verdad, ya sea en la naturaleza o en la revelación, concuerda. Signs of the Times, 13 de marzo del 1884.

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