Wednesday, January 20, 2021

Una Atmósfera de Esperanza y Alegría

 

Al cristiano se le concede el gozo de recoger rayos de luz eterna del trono de gloria y de reflejar esos rayos no solo en su propio camino, sino en el camino de aquellos con quienes se asocia. Al pronunciar palabras de esperanza y aliento, de agradecida alabanza y de bondadoso ánimo, puede esforzarse por mejorar a quienes lo rodean, elevarlos, señalarles el cielo y la gloria, y llevarlos a buscar, sobre todas las cosas terrenales, la sustancia eterna, la herencia inmortal, las riquezas imperecederas.

"Regocijaos en el Señor siempre", dice el apóstol; "Otra vez digo: ¡Regocijaos!" Dondequiera que vayamos, debemos llevar una atmósfera de esperanza y alegría cristianas; entonces aquellos que están fuera de Cristo verán atractivo en la religión que profesamos; los incrédulos verán la consistencia de nuestra fe. Necesitamos vislumbrar más claramente el cielo, la tierra donde todo es resplandor y alegría. Necesitamos saber más sobre la plenitud de la bendita esperanza. Si constantemente estamos "gozosos en la esperanza", podremos hablar palabras de aliento a aquellos con quienes nos encontremos. "la palabra a su tiempo, ¡cuán buena es!" Las almas mueren por falta de trabajo personal.

No solamente en la asociación diaria con creyentes e incrédulos hemos de glorificar a Dios, hablándonos a menudo los unos alos otros con palabras de gratitud y regocijo. Como cristianos, se nos exhorta a no dejar de reunirnos para nuestro propio refrigerio y para impartir el consuelo que hemos recibido. En las reuniones, que se llevan a cabo de semana en semana, debemos espaciarnos en la bondad y las múltiples misericordias de Dios, en su poder para salvar del pecado. En los rasgos, en el temperamento, en las palabras, en el carácter, debemos ser testigos de que el servicio de Dios es bueno. Así proclamamos que "la ley del Señor es perfecta, que vuelve el alma".

Nuestras reuniones de oración y de testimonio deben ser temporadas de ayuda y aliento especiales. Cada uno tiene una obra que hacer para que esas reuniones sean lo más interesantes y beneficiosas que sea posible. La mejor forma de hacerlo es teniendo una nueva experiencia diaria en las cosas de Dios y sin dudar en hablar de su amor en las asambleas de su pueblo. Si no permiten que la oscuridad o la incredulidad entren en su corazón, éstas no se manifestarán en sus reuniones. . . .

Por medio del misterio y la gloria de la cruz podemos estimar el valor del hombre, y entonces veremos y sentiremos la importancia de trabajar por nuestros semejantes, para que sean exaltados al trono de Dios. Southern Watchman, 7 de marzo del 1905.

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