Wednesday, May 18, 2022

Dependencia de Dios

 


La primera lección que ha de ser enseñada. . . es la lección de dependencia de Dios. . . . Como la flor del campo tiene su raíz en la tierra; así como debe recibir aire, rocío, lluvia y sol, así debemos recibir de Dios lo que ministra a la vida del alma.

La presencia de Dios está garantizada al cristiano. Esa Roca de la fe es la presencia viva de Dios. Los más débiles pueden depender de ello. Aquellos que se creen los más fuertes pueden convertirse en los más débiles a menos que dependan de Cristo como su eficiencia, su dignidad. Esa es la Roca sobre la cual podemos edificar con éxito. Dios está cerca en el sacrificio expiatorio de Cristo, en Su intercesión, Su amoroso y tierno poder gobernante sobre la iglesia. Sentado junto al trono eterno, Él los observa con intenso interés. Mientras los miembros de la iglesia, por medio de la fe, obtengan savia y alimento de Jesucristo, y no de las opiniones, inventos y métodos de los hombres. Si teniendo una convicción de la cercanía de Dios en Cristo, ponen toda su confianza en Él, tendrán una conexión vital con Cristo como el pámpano tiene conexión con la vid. La iglesia no se establece sobre teorías de hombres, sobre planes y formas elaborados a largo plazo. Depende de Cristo,su justicia. Está edificada sobre la fe en Cristo, “y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella”. . . .

La fortaleza de toda alma está en Dios y no en el hombre. La tranquilidad y la confianza han de ser la fuerza de todos los que entregan su corazón a Dios. Cristo no tiene un interés casual en nosotros, sino un interés más fuerte que el de una madre por su hijo. . . . Nuestro Salvador nos ha comprado con el sufrimiento y el dolor humanos, con el insulto, el reproche, el abuso, la burla, el rechazo y la muerte. Él vela por ti, tembloroso hijo de Dios. Él te hará seguro bajo Su protección. . . . Nuestra debilidad en la naturaleza humana no impedirá nuestro acceso al Padre celestial, porque Él [Cristo] murió para interceder por nosotros.  Our Father Cares, pág. 22.

 

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