De la roca herida en Horeb fluyó por primera vez la corriente viva que refrescó a Israel en el desierto. Durante todas sus peregrinaciones, dondequiera que existiera la necesidad, fueron provistos de agua por un milagro de la misericordia de Dios. . . .
Fue Cristo, por el poder de Su palabra, quien hizo que la refrescante corriente fluyera para Israel. "Bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo" (1 Corintios 10:4). Él era la fuente de todas las bendiciones tanto temporales como espirituales. Cristo, la verdadera Roca, estuvo con ellos en todas sus andanzas. "No tuvieron sed cuando los llevó por los desiertos; les hizo brotar agua de la piedra". "Corrieron por los sequedales como un río" (Isaías 48:21; Salmo 105:41).
La roca herida era una figura de Cristo, y a través de ese símbolo se enseñan las verdades espirituales más preciosas. Así como las aguas vivificantes brotaron de la roca herida, así de Cristo, "herido de Dios", "herido por nuestras rebeliones", "molido por nuestros pecados" (Isaías 53:4, 5), la corriente de la salvación fluye para una raza perdida. Así como la roca había sido herida una vez, Cristo debía ser "ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos" (Hebreos 9:28). Nuestro Salvador no iba a ser sacrificado por segunda vez; y sólo es necesario que los que buscan las bendiciones de Su gracia pidan en el nombre de Jesús, derramando el deseo del corazón en oración penitencial. Tal oración traerá ante el Señor de los ejércitos las heridas de Jesús, y luego brotará de nuevo la sangre que da vida, simbolizada por el fluir del agua viva para Israel. . . .
El agua refrescante, brotando en una tierra seca y estéril, . . . es un emblema de la gracia divina que solo Cristo puede otorgar, y que es como el agua viva que purifica, refresca y vigoriza el alma. Aquel en quien Cristo mora tiene dentro de sí una fuente inagotable de gracia y fortaleza. That I May Know Him, pág. 23.
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