Tuesday, April 18, 2023

La Oración Privada es Una Necesidad

Cuando Jesús estuvo sobre la tierra, enseñó a sus discípulos a orar. Les ordenó que presentaran sus necesidades diarias ante Dios y que echaran toda su preocupación sobre Él. Y la seguridad que les dio de que sus peticiones serían escuchadas, es seguridad también para nosotros.

Tenga un lugar para la oración secreta. Jesús tenía lugares selectos para la comunión con Dios, y nosotros también deberíamos hacerlo lo mismo. A menudo necesitamos retirarnos a algún lugar, por humilde que sea, donde podamos estar a solas con Dios. . . .

En el lugar secreto de la oración, donde ningún ojo excepto el de Dios puede ver, ningún oído sino el Suyo puede escuchar, podemos derramar nuestros deseos y anhelos más ocultos al Padre de piedad infinita, y en la quietud y el silencio del alma esa voz que nunca deja de responder al clamor de la necesidad humana, hablará a nuestros corazones. . . .

Al hacer de Cristo nuestro compañero diario, sentiremos que los poderes de un mundo invisible nos rodean; y mirando a Jesús seremos asimilados a Su imagen. Al contemplarlo somos transformados. El carácter se suaviza, refina y ennoblece para el reino celestial. El resultado seguro de nuestra relación y comunión con nuestro Señor será un aumento de la piedad, la pureza y el fervor. Habrá una inteligencia creciente en la oración. Estamos recibiendo una educación divina, y eso se ilustrará en una vida de diligencia y celo.

El alma que se vuelve a Dios en busca de su ayuda, su sostén, su poder, mediante la oración ferviente y diaria, tendrá nobles aspiraciones, claras percepciones de la verdad y el deber, elevados propósitos de acción, y una continua hambre y sed de justicia. Al mantener una conexión con Dios, seremos capaces de difundir a los demás, a través de nuestra asociación con ellos, la luz, la paz, la serenidad que reinan en nuestros corazones. La fortaleza adquirida en la oración a Dios, unida al esfuerzo perseverante en entrenar la mente en la consideración y el cuidado, prepara a uno para los deberes diarios y mantiene el espíritu en paz en todas las circunstancias.  God's Amazing Grace, pág. 290.


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