Tuesday, September 8, 2009

Por Qué la Demora?

Por Ron Spear

"Es privilegio de todo cristiano, no solamente esperar; sino apresurar la venida de nuestro Señor Jesucristo."

Estimados Hermanos:

Nos estamos acercando a nuestro hogar. La sorprendente evidencia muestra que el tiempo de gracia para el mundo y para la iglesia está a punto de cerrarse, rápida e inesperadamente. La mayoría en la Iglesia Adventista del Séptimo Día será tomada por una sorpresa abrumadora. Dios nos dio una advertencia a través de su profetisa:
"Dios está permitiendo que los elementos de confusión y desorden dominen por una temporada. Un poder de abajo está trabajando para traer las últimas grandes escenas del drama—Satanás apareciendo como Cristo y obrando con todo engaño de iniquidad en los que están uniéndose a sociedades secretas. Aquellos que están rindiéndose a la pasión por confederarse, están llevando a cabo los planes del enemigo. La causa será seguida por el efecto." Testimonies, tomo 8, pág. 28. Véase el Comentario Bíblico Adventista del Séptimo Día, tomo 7, pág. 1000.
Por más de cien años nuestra iglesia ha intentado cumplir con la comisión evangélica de terminar la obra y sin embargo, cada año nos atrasamos más. La explosión demográfica añade nuevos bebés a nuestro mundo cada día [la Oficina del Senso de los Estados Unidos estima que ya para el 8 de septiembre del 2009 el mundo alcanzará 6.783 billones de habitantes], esto implica un incremento de almas agregadas anualmente a nuestro reto global y con esto se demuestra que ni siquiera estamos yendo más allá de la superficie. Debemos comprender ahora que todos los programas y los billones de dólares que hemos gastado en evangelizar al mundo y en nutrir a la iglesia han sido, en un alto grado, ineficaces para completar la comisión del Evangelio.
¿Por qué? La respuesta puede encontrarse en la declaración de Dios a través de su profetisa para los últimos días, Elena de White:
"No era la voluntad de Dios que se demorara así la venida de Cristo. Dios no tenía el propósito de que su pueblo, Israel, vagara cuarenta años por el desierto. Prometió guiarlos directamente a la tierra de Canaán, y establecerlos allí como un pueblo santo, sano y feliz. Pero aquellos a quienes primero se les predicó, no entraron ‘a causa de incredulidad’ (Hebreos 3:19). Sus corazones estaban llenos de murmuración, rebelión y odio, Dios no pudo cumplir su pacto con ellos.
"Durante cuarenta años, la incredulidad, la murmuración y la rebelión, impidieron la entrada del antiguo Israel en la tierra de Canaán. Los mismos pecados han demorado la entrada del moderno Israel en la Canaán celestial. En ninguno de los dos casos faltaron las paromesas de Dios. La incredulidad, la mundanalidad, la falta de consagración y las contiendas entre el profeso pueblo de Dios nos han mantenido en este mundo de pecadoy tristeza tantos años.
"Tal vez tengamos que permanecer aquí en este mundo muchos años más debido a la insubordinación, como le sucedió a los hijos de Israel, pero por amor de Cristo, su pueblo no debe añadir pecado sobre pecado culpando a Dios de las consecuencias de su propia conducta errónea.
"Mediante la proclamación del Evangelio, está a nuestro alcance apresurar la venida de nuestro Señor.
"Es privilegio de todo cristiano, no solamente esperar; sino apresurar la venida de nuestro Señor Jesucristo. Si todos los que profesan su nombre estuvieran llevando fruto para su gloria, cuán rápidamente todo el mundo sería sembrado con la simiente del Evangelio. Pronto la cosecha sería levantada y Cristo vendría para reunir el precioso grano." El Evangelismo, págs. 504-505.
La insubordinación es una acusación muy seria. Durante el tiempo de guerra, la insubordinación hacia las órdenes de un oficial militar puede trar la sentencia de muerte para el insubordinado y sin embargo, la iglesia es acusada de insubordinación. Era el propósito de Dios que tuviéramos escuelas para los profetas, pero en casi cada aspecto de nuestro sistema educativo, hemos adoptado normas mundanas de acreditación para que nuestras instituciones de aprendizaje puedieran ser aceptadas por el mundo. Como resultado de nuestra desobediencia, hemos perdido más de un sesenta por ciento de nuestra juventud que se ha ido al mundo.
Nuestros sanatorios fueron planeados para introducir el mensaje de salud al mundo y a través de la obra médico misionera enseñar a la gente cómo restablecerse y permanecer saludable practicando los ocho remedios naturales. Lentamente, cambiamos la obra recomendada de los sanatorios a una práctica médica hospitalaria más aceptable. Más de un billón de dólares en deudas es el resultado de nuestra insubordinación.
Nuestras casas publicadoras fueron ordenadas por Dios a través de la profetisa para publicar libros, literatura y folletos en los idiomas del mundo, colocando un fuerte énfasis en la impresión de los libros y artículos proféticos escritos por nuestra profetisa, Elena de White. Pero otra vez hemos fallado. Libros de un nuevo orden están saliendo de nuestras imprentas. Véase Mensajes Selectos, tomo 1, págs. 238-239. Esos libros niegan nuestra comprensión del mensaje del santuario y la advertencia del mensaje de los tres ángeles al mundo. También nuestro evangelismo ahora copia muchos de los programas para ganancia de almas estructurados para el crecimiento de la iglesia.
Pero Dios nos ha dicho que no debemos traer personas a formar parte de la feligresía hasta que hayan dado una fuerte evidencia de su conversión:
"Sólo cuando la iglesia esté compuesta de miembros puros y desinteresados, puede cumplir el propósito de Dios. Se hace una obra muy apresurada al añadir nombres a la lista de la iglesia. Se ven defectos en los caracteres de algunos que unen a la iglesia. Aquellos que los admiten dicen: Primero ganémoslos para la iglesia y después reformémoslos. Pero esto es un error. La primera obra que debe ser hecha es la de reforma. Orad por ellos, hablad con ellos, pero no les permitáis que se unan al pueblo de Dios en capacidad de miembros de iglesia, hasta que den evidencia decidida de que el Espíritu de Dios está trabajando en sus corazones." Review and Herald, 21 de mayo del 1901.
Alardeamos ahora de que tenemos más de diecisiete millones de miembros alrededor del mundo, pero, ¿cuántos conocen la experiencia del mensaje de los tres ángeles--la victoria sobre el pecado en sus vidas por el poder del Espíritu Santo? Véase Testimonies, tomo 1, pág. 44; El Deseado de Todas las Gentes, págs. 277-278; El Ministerio de Curación, págs. 410-411, 392-393; Mateo 5:48; y 1 de Pedro 1:15-16.
Para aumentar la feligresía de la iglesia, Dios no llama a las almas que están ignorantes de las condiciones para la salvación tan claramente enseñadas en las Escrituras y apoyadas por el espíritu de profecía. Él ha ordenado a su iglesia, la Iglesia Adventisa del Séptimo Día, que presente al mundo los requisitos para obtener la santidad y la perfección de carácter mediante el poder del Espíritu Santo, como una condición para la salvación. Aun así, otra vez hemos fallado. Dios nos habla en esta hora final de nuestro tiempo de gracia:
"A nadie se le impide alcanzar, en su esfera, la perfección de un carácter cristiano. Por el sacrificio de Cristo se ha provisto para que los creyentes reciban todas las cosas que pertenecen a la vida y la piedad. Dios nos invita a que alcancemos la norma de perfección y pone como ejemplo delante de nosotros el carácter de Cristo. En su humanidad, perfeccionada por una vida de constante sumisión al Espíritu Santo y una constante resistencia al mal (véase Santiago 4:7), el Salvador mostró que cooperando con la Divinidad los seres humanos pueden alcanzar la perfección de carácter en esta vida. Esa es la seguridad que nos da Dios de que nosotros también podemos obtener una victoria completa.
"Ante los creyentes se presenta la maravillosa posibilidad de llegar a ser semejeantes a Cristo, obedientes a todos lo principios de la ley de Dios. Pero por sí mismo el hombre es absolutamente incapaz de alcanzar esas condiciones. La santidad, que según la Palabra de Dios debe poseer antes de poder ser salvo, es el resultado del trabajo de la gracia divina sobre el que se somete en obediencia a la disciplia y a las influencias refrenadoras del Espíritu de Verdad. La obediencia del hombre puede ser hecha perfecta únicamente por el incienso de la justicia de Cristo, que llena con fragancia divina cada acto de acatamiento. La parte que le toca a cada cristiano es perseverar en la lucha por vencer cada falta. Constantemente debe orar al Salvador para que sane las dolencias de su alma enferma de pecado. El hombre no tiene la sabiduría y la fuerza para vencer; ellas vienen del Señor, y él las confiere a los que en humillación y contrición buscan su ayuda."
"La obra de transformación de la impiedad a la santidad es continua." Los Hechos de los Apóstoles, pág. 424.
Sí, la insubordinación es una acusación muy seria presentada por Dios en contra de su iglesia, sus líderes, pastores y laicos en esta hora final. En el año 1973, nuestro presidente de la Asociación General, el Pr. R. H. Pierson, escribió un artículo en la revista Adventist Review (versión inglesia de la Revista Adventista) acerca de la insubordinación. "Todavía Estamos Aquí--¿Por Qué?" Lo incluiremos en este blog. Léalo cuidadosamente.

Ron Spear, EDITOR













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