Por Elena G. de White
"Las inteligencias divinas han estado aguardando para cooperar con los agentes humanos, pero no hemos discernido su presencia." Testimonies, tomo 6, pág. 297.
"Un celo intenso debe posesionarse ahora de nosotros. Nuestras energías adormecidas deben despertarse y consagrarse a un esfuerzo incansable. Obreros consagrados deben ir al campo, para preparar el camino del Rey y ganar victorias en nuevas localidades....Los ángeles del cielo se asombran al ver que los que por tantos años han tenido la luz, todavía no han llevado la antorcha de la verdad a los lugares obscuros de la tierra." Joyas de los Testimonios, tomo 3, pág. 307.
"Los ángeles están siempre empeñados en trabajar para la felicidad de otros. Ese es su gozo. Lo que los corazones egoístas considerarían como un servicio humillante, o sea, el servir a los miserables y a las personas de carácter y posición en todo sentido inferiores, es la obra de los ángeles puros y sin pecado de los reales atriso del cielo. El espíritu abnegado del amor de Cristo es el espíritu que predomina en lo alto, y es la misma esencia de su felicidad.
" Los que no sienten placer especial en tratar de beneficiar a los demás, en trabajar, aun con sacrificio, para hacerles bien, no pueden tener el espíritu de Cristo o del cielo, porque no están unidos a la obra de los ángeles celestiales y no pueden participar de la felicidad que les imparte un gozo excelso. Cristo ha dicho: 'Habrá más gozo en el cielo de un pecador que se arrepeinte, que de noventa y nueve justos, que no necesitan arrepentimiento'. (Lucas 15:7.) ¿Si el gozo de los ángeles consiste en ver arrepentise a los pecadores, no consistirá el gozo de los pecadores salvados por la sangre de Cristo en ver a otros arrepentirse y volverse a Cristo por su intermedio? Al obrar en armonía con Cristo y los santos ángeles, experimentaremos un goso que no puede sentirse fuera de esta obra." Ibid., tomo 1, págs. 359–360.
"Nuestro Padre celestial ve el corazón de los hombres y conoce sy carácter mejor que ellos mismos. Ve que algunos tienen susceptibilidades y facultades que, debidamente encauzadas, podrían emplearse para su gloria, para ayudar en el adelantamiento de su obra. Él prueba a estas personas y en su sabia providencia las coloca en diferentes puestos y circunstancias, para que revelen lo que está en su corazón y los puntos débiles de su carácter, que ellas mismas desconocen. Les da oportunidad de corregir estas debilidades, de pulir las toscas aristas de su naturaleza y de prepararse para su servicio, a fin de que cuando él las llame a obrar estén listas y los ángeles del cielo puedan unir sus labores con el esfuerzo humano en la obra que debe ser hecha en la tierra." Ibid., tomo 1, pgs. 474–475.
"Trabajad con fe y confianza; porque nunca llegará el momento en que yo os abandone. . . .
"'Id a predicar el Evangelio a todas las naciones—nos dice el Salvador,— para que puedan llegar a ser hijos de Dios. Os acompaño en esta obra, enseñándoos, guiándoos, y fortaleciéndoos, dándoos éxito en vuestra obra impreganda de abnegación y sacrificio. Obraré en los corazones, convenciéndolos de pecado
y apartándolos de las tinieblas a la luz, de la desobediencia a la justicia. En mi luz verán luz. Arrostraréis los agentes satánicos; pero confiad en mí. Nunca os faltaré.'
"¿No pensáis que Cristo aprecia a los que viven totalmente para él? ¿No pensáis que él visita a los que, como el amado Juan, se hallan por su causa en condiciones penosas y difíciles? Él encuentra a sus fieles, mantiene comunión con ellos, los alienta y los fortalece. Y los ángeles de Dios, excelsos en fortaleza,
son enviados por Dios a ministrar a sus obreros humanos que predican la verdad a los que no la conocen." Ibid., tomo 3, pág. 208.
Continuará. . .
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