Durante la jornada por Galilea, Cristo nuevamente trató de peparar sus mentes [las de los discípulos] para las escenas que se hallaban ante Él. Les dijo que había de ir a Jerusalem para ser muerto y resucitar.
Los discípulos ni siquiera comprendieron Sus palabras. Aunque la sombra de una gran tristeza cayó sobre ellos, un espíritu de rivalidad halló lugar en sus corazones. Disputaron entre ellos acerca de cuál debía ser considerado el mayor en el reino. Pensaron oculatarle a Jesús, y no se acercaron a Él como era su costumbre sino que se mantuvieron detrás, a fin de que
Él caminaba delante de ellos cuando entraron en Capernaum.
Jesús leía sus pensamientos y anhelaba aconsajer e instruírlos. Pero para esto, esperó a una hora tranquila, cuando sus corazones estuviesen abiertos para recibir sus palabras.
"¿Quién es el mayor en el reino de los cielos? Y llamando Jesús a un niño, lo puso en medio de ellos, y dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos."
Con mucha ternura pero con un Solemne énfasis, Jesús trató de corregir el mal. Mostró cuál es el principio que tiene influencia en el reino de los cielos, y en qué consiste la verdadera grandeza, según lo estimado por la norma de los tribunales celestiales. Aquellos que eran impulsados por el orgullo o el amor a la distinción, pensaban en sí mismos y en las recompensas que iban a tener, en lugar de cómo devolver a Dios los dones que habían recibido, no tendrían lugar en el reino de los cielos, porque estaban identificados con las filas de Satanás.
The Kress Collection, págs. 26-27.
Continuará.
No comments:
Post a Comment