Tuesday, July 4, 2017

Cómo Ser el Mayor—Parte 2


Antes de la honra es la humildad. Para llenar un lugar elevado ante los hombres, el Cielo escoge al obrero que, como Juan el Bautista, toma un lugar humilde delante de Dios. El discípulo que más se parece a un niño es el más eficiente en la obra para Dios. Las inteligencias celestiales pueden cooperar con el que busca, no exaltarse a sí mismo, sino para salvar almas. El que sienta más profundamente su necesidad de ayuda divina, la pedirá; y el Espíritu Santo le dará vislumbres de Jesús que fortalecerán y elevarán el alma. De la comunión con Cristo saldrá a trabajar por los que perecen en sus pecados. Estará ungido para su misión; y logrará lo que muchos que son eruditos e intelectualmente sabios fracasarán en lograr.

El Señor tiene lecciones para que todos las aprendamos acerca de la posición que debemos ocupar el uno hacia el otro y hacia Él. Que ningún orgullo fariseo entre en nuestras filas, sino movámonos con humildad y sabiduría, sacando de nuestros corazones y mentes todo pensamiento y sentimiento perjudicial. El espíritu de egoísmo que llevaría a un hombre a ponerse por encima de sus hermanos es evidencia de que no ve la necesidad de ser un alumno humilde en la escuela de Cristo. La preciosa palabra de Dios debe ser estudiada fielmente si el profeso pueblo de Dios ha de tener un lugar entre los redimidos.
"Y cualquiera que reciba en mi nombre a un niño como este,", continuó el Salvador, "a mí me recibe". "Y cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar".
  Los "niños" no son niños en años, sino los que son jóvenes en la vida cristiana. Aquellos que han venido recientemente a la fe deben ser tratados con amor y ternura. Deben ser instruidos por precepto y ejemplo en el camino de la verdad. "Mirad que no menospreciéis a uno de estos pequeños; porque os digo que sus ángeles en los cielos ven siempre el rostro de mi Padre que está en los cielos. Porque el Hijo del Hombre ha venido para salvar lo que se había perdido."
¡Oh, cuán diferentes son las normas por las cuales Dios y el hombre miden el carácter! Dios ve muchas tentaciones que el mundo, e incluso los amigos cercanos, nunca saben— tentaciones en el hogar, en el corazón. Ve la humildad del alma en vista de su propia debilidad, el sincero arrepentimiento sobre incluso un pensamiento que es malo. Él ve la devoción de todo el corazón a Su servicio. Ha notado las horas de dura batalla con yo—la batalla que ganó la victoria. Todo esto Dios y los ángeles saben. Un libro de recuerdo está escrito para los que temen al Señor y que piensan en Su nombre.
     No en nuestro conocimiento, no en nuestra posición, no en nuestros números o en los talentos que se nos ha confiado, no en la voluntad del hombre, se encuentra el secreto del éxito. Sintiendo nuestra ineficiencia, debemos contemplar a Cristo, y a través de Aquel que es la fuerza de toda fuerza, el pensamiento de todo pensamiento, los que están dispuestos y son obedientes, ganarán victoria tras victoria.
Por más corto que sea nuestro servicio o humilde nuestra obra, si en con una fe sencilla seguimos a Cristo, no nos decepcionaremos de la recompensa. Lo que aun los más grandes y sabios no pueden obtener, los más débiles y los más humildes pueden recibir. La puerta de oro del cielo no se abre para los que se exaltan a sí mismos. No se alza para los orgullosos de espíritu. Sino que los portales eternos se abrirán al tacto tembloroso de un niño pequeño. Bendita sea la recompensa de la gracia para los que han trabajado por Dios en simplicidad, con fe y amor. The Kress Collection, págs. 27-28.


Concluido.

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