En su humanidad, Él compredió todas las tentaciones que le
vendrán al hombre.
Después de que
Cristo fue colocado en la tumba, guardas romanos fueron puestos a todo el
derredor para proteger su cuerpo. Pero un poderoso ángel de la corte celestial
rompió las tinieblas en su camino, y descendió a donde el Hijo de Dios descansaba.
Cuando su luz cayeron en tierra como muertos. Si la luz de un ángel hizo que
los hombres cayeran a la tierra como si estuvieran muertos, Cristo no podía
haber venido ni siquiera con esa gloria. Tomó la humanidad a fin de que
nosotros, al participar de Su naturaleza, pudiéramos recibir la imagen de
Jehová, y pudiéramos ser testigos ante los hombre y los ángeles, y ante todo el
ejército de los poderes de las tinieblas, de la eficacia de un Salvador
crucificado.
La humildad
marcó el sendero de Cristo desde el pesebre hasta la cruz. Fue un hombre en
este pequeño átomo de mundo, sin embargo, venció el poder de Satanás y liberó a
la humanidad de sus garras. Él dijo:
"El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar
buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de
corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en
libertad a los oprimidos" [Lucas 4:18].
Paso a paso
Cristo descendió por el camino de la humildad, perseguido por el enemigo. No
luchó contra "carne y sangre, sino contra principados, contra potestades,
contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes
espirituales de maldad en las regiones celestes. " [Efesios 6:12]. Esta es
nuestra obra, y por lo tanto se nos da la exhortación,"Por tanto, tomad
toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo
acabado todo, estar firmes." [verse 13]. En nuestra lucha estamos
protegidos por los diez mandamientos. "Si sabéis estas cosas," Cristo
dijo, " bienaventurados seréis si las hiciereis."
Cristo entró en
la tumba para que el hombre pudiera pasar a través de la tumba y resucitar con
vida de resurrección. Él rompió las cadenas del sepulcro, y sobre el sepulcro
abierto de José proclamó: "Yo soy la resurrección y la vida". Y
cuando suene la última trompeta, el Mediador de la Vida abrirá la prisión y los que han dormido en Cristo
saldrán a una gloriosa inmortalidad.
Cristo murió
por los pecados del mundo para que pudiéramos tener la oportunidad de mostrar
al universo la lealtad a Dios y a Su ley. Hoy Él está haciendo una expiación
por nosotros ante el Padre. "Si alguno hubiere pecado, abogado tenemos
para con el Padre, a Jesucristo el justo." (1 Juan 2: 1). Apuntando a las
palmas de sus manos, traspasadas por la furia y el prejuicio de los hombres
impíos, dice de nosotros: "Te he esculpido en las palmas de mis
manos". El Padre se inclina en reconocimiento del precio pagado por la
humanidad, y los ángeles se acercan a la cruz del Calvario con reverencia.
Sermons And Talks, tomo 2, págs 112-113.
No comments:
Post a Comment