Entonces el rey me dijo: "¿Qué cosa pides? Entonces oré
al Dios de los cielos, y dije al rey: Si le place al rey, y tu siervo ha
hallado gracia delante de ti, envíame a Judá, a la ciudad de los sepulcros de mis
padres, y la reedificaré." Nehemías 2: 4, 5.
Mientras Nehemías imploraba la ayuda de Dios, no dobló sus
propias manos, sintiendo que no tenía ya más cuidado o responsabilidad en la
realización de su propósito de restaurar Jerusalén. Con admirable prudencia y
previsión, procedió a hacer todos los arreglos necesarios para asegurar el
éxito de la empresa. . . .
El ejemplo de ese santo hombre debe ser una lección para
todo el pueblo de Dios, que no sólo deben orar con fe, sino trabajar con
diligencia y fidelidad. ¡Cuántas dificultades nos encontramos, cuántas veces
obstaculizamos el trabajo de la Providencia en nuestro favor, porque la
prudencia, la previsión y la laboriosidad se consideran poco relacionadas con
la religión! Ese es un grave error. Es nuestro deber cultivar y ejercitar toda
facultad que nos haga más eficientes obreros para Dios. La consideración
cuidadosa y los planes bien madurados son tan esenciales para el éxito de las
empresas sagradas hoy como lo fueron en el tiempo de Nehemías. . . .
Los hombres y mujeres de oración deben ser hombres y mujeres
de acción. Aquellos que están listos y dispuestos encontrarán maneras y medios
de trabajar. Nehemías no dependía de las incertidumbres. Los medios que le
faltaban los solicitó de aquellos que los podían conceder.
El Señor todavía se mueve sobre los corazones de reyes y
gobernantes en favor de Su pueblo. Los que trabajan para Él deben aprovechar la
ayuda que Él impulsa a los hombres y mujeres a dar para el progreso de Su
causa. Los agentes a través de los cuales vienen esos dones pueden abrir
caminos por los cuales la luz de la verdad sería dada a muchas tierras en
tinieblas. Puede que esas personas no tengan simpatía con la obra de Dios, ni
fe en Cristo, ni conocimiento de Su Palabra; Pero sus dones no deben ser
rechazados por esa razón.
El Señor ha puesto Sus bienes en manos de incrédulos así
como de creyentes; todos pueden volver a Él lo que es suyo para realizar la
obra que debe hacerse por un mundo caído. Mientras estemos en este mundo,
mientras el Espíritu de Dios se esfuerce con los corazones humanos, durante
todo ese tiempo debemos recibir favores como impartirlos. Southern Watchman, 15
de marzo de 1904.
Concluido.
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