Dejen que los rayos brillantes del rostro de Jesús brillen
en sus corazones, para que brillen sobre los demás a través de ustedes. "
Vosotros sois la luz del mundo; ...Así alumbre vuestra luz delante de los
hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que
está en los cielos". (Mateo 5: 14-16). Debemos exaltar a Jesús delante de
la gente. . . .
Tan ciertamente como dependan del hombre para ser
apreciados y para sostenerse, quedarán completamente decepcionados. Su aliento
y apoyo no provendrán de los mejores hombres. El Señor tiene una lección que
enseñarles, que dependan solo de Él, porque Él es su Redentor. Ustedes son su
propiedad, suya por la creación y por la redención. El camino del Señor debe
ser elegido, la voluntad del Señor ha de ser su voluntad. . . .
El Santo nos ha dado reglas para la guía de todos.
Esas reglas forman la norma de la cual no han de aparterse. Los principios de
la santidad aún no se han en la vida diaria, y entonces la voluntad de Dios
será lo primordial. En Dios pueden mantenerse firmes, en Dios pueden pelear una
guerra agresiva, presentando la verdad como es en Jesús.
No se sientan avergonzados de que el corazón se
ablande bajo elpoder del Espíritu Santo. Deje que Jesús entre mientras llama a
la entrada y luego aprécienlo, regocíjense de corazón, fomenten una gratitud
constante de que mientras carecían de un brazo que los salvara, Su brazo trajo
la salvación, Su amor les fue revelado. Luego, cuando disfrutando en pleno del
gozo de ese amor presentaron a Jesús a los demás, el Espíritu Santo estaba
obrando a través de ustedes. . . para bendecir a los demás. . . . Es el
privilegio de ustedes los que reciben el Espíritu de la verdad representar la
verdad en su sencillez, para alcanzar los corazones de las almas perplejas y
temblorosas que están realmente desconcertadas. . . . Él sabe cómo aplicar el
bálsamo. . . .
Hagan de Dios tu entera confianza. Oren, oren, oren, oren
con fe. Encomienden la perservación de su alma a Dios. Él guardará lo que le
está encomendado para ese día. . . . Confíen plenamente, en Dios, sin dudar.
Letter 126, 1895.
Concluido.