El Señor ha determinado que toda alma que obedezca su
palabra tendrá su gozo, su paz, su constante poder sustentador. Tales hombres y
mujeres se acercan a Él siempre, no sólo cuando se arrodillan ante Él en
oración, sino cuando asumen los deberes de la vida. Él ha preparado para ellos
un lugar permanente consigo mismo, donde la vida se purifica de todo lo grosero,
de toda falta de amor. Por medio de esa comunión ininterrumpida con Él, se
hacen colaboradores con Él en su trabajo de la vida.
Las palabras no pueden
describir la paz y la alegría que posee el que toma a Dios por su palabra. Las
pruebas no lo molestan, los desaires no lo irritan. El yo es crucificado. Día
tras día, sus deberes pueden volverse más agotadores, sus tentaciones más
fuertes, sus pruebas más severas; pero él no vacila; porque recibe fuerza igual
a su necesidad.
My Life Today, pág. 51.Concluido.
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