Thursday, April 11, 2019

La Eficacia de la Sangre de Cristo



Cristo fue el Cordero inmolado desde la fundación del mundo. Para muchos, ha sido un misterio por qué se requerían tantas ofrendas de sacrificio en la dispensación antigua, por qué tantas víctimas sangrantes fueron conducidas al altar. Pero la gran verdad que debía ser mantenida ante los hombres, e impresa en la mente y el corazón, era esta: "Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión." En cada sacrificio sangrante estaba simbolizado " el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo".

Cristo mismo fue el creador del sistema judío de adoración, en el cual, por mediode tipos y símbolos, se representaron las cosas espirituales y celestiales ... Vivimos hoy en e tiempo cuando el tipo se ha encontrado con el antitipo en la ofrenda de Cristo por los pecados del mundo; estamos viviendo en el día del aumento de la luz, y, sin embargo, ¡cuán pocos se benefician con la grandiosa y esencial verdad de que Cristo ha hecho un amplio sacrificio para todos! Lo que la justicia requería, Cristo había suplido en la ofrenda de Sí mismo, y "¿cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande?" Los que rechazan la oferta de la vida se quedarán sin excusa. Gracias a Dios que el que derramó su sangre por nosotros, vive para suplicar, vive para interceder por cada alma que lo recibe. "Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad." (1 Juan 1:9.) La sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado. Habla mejores cosas que la sangre de Abel, porque Cristo siempre vive para interceder por nosotros. Necesitamos tener siempre ante nosotros la eficacia de la sangre de Jesús. Esa sangre que limpia la vida, que sostiene la vida, apropiada por la fe viva, es nuestra esperanza. Necesitamos crecer en la apreciación de su valor inestimable, ya que habla por nosotros solo cuando nosotros por fe reclamamos su virtud, manteniendo la conciencia limpia y en paz con Dios.
Esto se representa como la sangre perdonadora, conectada inseparablemente con la resurrección y la vida de nuestro Redentor, ilustrada por la corriente que fluye siempre del trono de Dios, el agua del río de la vida. Our high Calling, pág. 47.

Concluido.



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