Friday, April 5, 2019

Lo Que Cristo Logró Por Nosotros



La santificación se obtiene solo mediante la obediencia a la voluntad de Dios. Muchos que voluntariamente están pisoteando la ley de Jehová reclaman santidad de corazón y santificación de la vida. Pero no tienen un conocimiento salvador de Dios o de Su ley. Están en las filas del gran rebelde. Él está en guerra con la ley de Dios, que es la base del gobierno divino en el cielo y en la tierra. Esos hombres están haciendo la misma obra que su maestro ha hecho al tratar de invalidar la santa ley de Dios. No se puede permitir que el que viola los mandamientos entre en el cielo; porque el que una vez fue un puro y exaltado querubín cubridor fue expulsado por su rebelión contra el gobierno de Dios.

En el cado de muchos, la santificación es sólo justicia propia. Y sin embargo, esas personas afirman audazmente a Jesús como su Salvador y Santificador. ¡Qué ilusión! ¿Santificará el Hijo de Dios al transgresor de la ley del Padre, esa ley que Cristo vino a exaltar y hacer honorable? Él testifica: "He guardado los mandamientos de mi Padre". Dios no rebajará su ley para cumplir con la norma imperfecta del hombre; y el hombre no puede satisfacer las exigencias de esa santa ley sin ejercer el arrepentimiento hacia Dios y la fe hacia nuestro Señor Jesucristo.

"Si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo" (1 Juan 2: 1). Pero Dios no ha entregado a su Hijo a una vida de sufrimiento e ignominia y auna muerte vergonzosa para liberar al hombre de la obediencia a la ley divina. Tan grande es el poder engañoso de Satanás que muchos han sido guiados a considerar que la expiación de Cristo no tiene ningún valor real. Cristo murió porque no había otra esperanza para el transgresor. Él podría tratar de guardar la ley de Dios en el futuro; pero la deuda en que había incurrido en el pasado se mantuvo, y la ley debe condenarlo a muerte. Cristo vino a pagar esa deuda por el pecador que le era imposible pagar por sí mismo. Así, a través del sacrificio expiatorio de Cristo, al hombre pecador se le concedió otro tiempo de prueba. Review And Herald, 18 de marzo del 1881.

Concluido.





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