Thursday, October 10, 2019

El Carácter Cristiano


 
Nunca podremos ver a nuestro Señor en paz, a menos que nuestras almas estén impecables. Debemos llevar la imagen perfecta de Cristo. Todo pensamiento debe ser sometido a la voluntad de Cristo. Como lo expresó el gran apóstol, debemos llegar "a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo". Nunca alcanzaremos esa condición sin un esfuerzo sincero. Debemos luchar diariamente contra el mal externo y el pecado interno si queremos alcanzar la perfección del carácter cristiano.

Aquellos que se dediquen a esa obra verán tanto para corregir en sí mismos, y dedicarán tanto tiempo a la oración y a comparar sus caracteres con la gran norma de Dios, la ley divina, que no tendrán tiempo para comentar y comentar sobre las faltas o inspeccionar el carácter de otros. Una sensación de nuestras propias imperfecciones debería llevarnos a la humildad y la solicitud sincera no sea que fracasemos en obtener la vida eterna. Las palabras de inspiración deben llegar a lo profundo de cada alma: "Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que estéis reprobados?"

Si el profeso pueblo de Dios se despojara de su autocomplacencia y sus falsas ideas de lo que constituye un cristiano, muchos de los que ahora piensan que están en el camino al cielo se encontrarían en el camino de la perdición. Muchos orgullosos profesos [de la religión] se sacudirían como una hoja de álamo tembloroso en la tempestad si se les abrieran los ojos para ver qué es realmente la vida espiritual. Ojalá aquellos que ahora descansan en una falsa seguridad puedan despertarse al ver la contradicción entre su profesión de fe y su comportamiento cotidiano.

Para ser cristianos vivientes, debemos tener una conexión vital con Cristo. . . . Cuando se santifican los afectos, nuestras obligaciones con Dios se hacen primarias, todo lo demás es secundario. Para tener un amor constante y cada vez mayor por Dios, y una percepción clara de su carácter y atributos, debemos mantener el ojo de la fe constantemente fijo en Él. Cristo es la vida del alma. Debemos estar en Él y Él en nosotros, de lo contrario somos ramas sin savia.

Review and Herald, 30 de mayo del 1882. 
Concluido.

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