Tuesday, November 12, 2019

La Vida Cotidiana


Hay una elocuencia mucho más poderosa que la elocuencia de las palabras en la vida tranquila y constante de un cristiano puro y verdadero. Lo que es un hombre tiene más influencia que lo que dice.

Los oficiales que fueron enviados a Jesús regresaron con el informe de que nunca un hombre habló como él hablaba. Pero la razón de eso fue que ningún hombre nunca vivió como Él vivió. Si su vida hubiera sido diferente de lo que fue, no podría haber hablado como lo hizo. Sus palabras llevaban consigo un poder convincente, porque provenían de un corazón puro y santo, lleno de amor y simpatía, benevolencia y verdad.

Es nuestro propio carácter y experiencia lo que determina nuestra influencia sobre los demás. Para convencer a otros del poder de la gracia de Cristo, debemos conocer su poder en nuestros propios corazones y vidas. El Evangelio que presentamos para la salvación de las almas debe ser el Evangelio por el cual nuestras propias almas se salvan. Solo a través de una fe viva en Cristo como Salvador personal es posible hacer sentir nuestra influencia en un mundo escéptico. Si hemos de sacar a los pecadores de la corriente rápida, nuestros propios pies deben estar firmemente asentados sobre la Roca, Cristo Jesús.

La insignia del cristianismo no es una señal externa, no es el uso de una cruz o una corona, sino que es lo que revela la unión del hombre con Dios. Por el poder de su gracia manifestada en la transformación del carácter, el mundo debe estar convencido de que Dios ha enviado a su Hijo como su Redentor. Ninguna otra influencia que pueda rodear el alma humana tiene tanto poder como la influencia de una vida desinteresada. El argumento más fuerte a favor del Evangelio es un cristiano amoroso y amable.

Help For Daily Living, pág. 8.
Concluido.

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