Al obrero de Dios no selo deja sin un modelo. Se ledaun
ejemplo que, si es seguido. lo hará un expectáculo ante el mundo los ángeles y
los hombres. Se le ordena glorificar a Dios llevando a cabo objetivos y
propósitos desinteresados. El Señor comprende la naturaleza del hombre, y
presenta delante de él las leyes del reino de los cielos, que debe honrar y
obedecer. Coloca la Biblia en sus manos, como la guía que le mostrará lo que es
la verdad y lo que debe hacer para heredar la vida eterna. Ese libro aleja la
atención de los intereses temporales hacia las realidades espirituales. Le dice
al hombre, por caído y pecaminoso que sea, que puede convertirse en príncipe y
rey en las cortes celestiales, heredero de Dios y coheredero con Cristo.
Dios ve cuán fuerte es la inclinación del hombre a acumular
tesoros terrenales, y los caminos y por los vallados de la vida se escucha su
voz que dice: "¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere
su alma?" (Marcos 8:36). "No os hagáis tesoros en la tierra, donde la
polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos
tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones
no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también
vuestro corazón." (Mateo 6:19-21).
Los mensajeros de Dios son comisionados para emprender la
misma obra que Cristo hizo mientras estuvo en esta tierra. Deben entregarse a
cada línea de ministerio que llevó a cabo. Con seriedad y sinceridad, deben
contarles a los hombres las riquezas inescrutables y los tesoros inmortales del
cielo. Deben ser llenos del Espíritu Santo.
Deben repetir las ofertas de paz y perdón del Cielo. Deben apuntar
hacia las puertas de la ciudad de Dios, diciendo: "Bienaventurados los que
lavan sus ropas, para tener derecho al árbol de la vida, y para entrar por las
puertas en la ciudad." (Apocalipsis 22:14).
Él espera que todos trabajen para Él de acuerdo con sus
diversas habilidades. La actividad del hombre no debe ser reprimida, sino
santificada y dirigida correctamente.
Manuscript 27, 22 de enero del 1907.
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