Hay muchos que profesan ser seguidores de Cristo que no
tienen su ojo centrado en su gloria. Tienen sus propias ideas y normas, y los
mantienen ante ellos en lugar del criterio de la Palabra de Dios. Lo que
necesitamos es religión pura y sin mancha. Necesitamos suplicar por la justicia
que llega al alma verdaderamente convertida que acepta la vida del Redentor
como su ejemplo.
No pensemos que podemos pasar por este mundo haciendo lo que
queramos y, sin embargo, ser aceptados por Dios como seguidores de su Hijo. Las
puertas de la Ciudad de Dios nunca se abrirán para aquellos que no han
levantado la cruz y seguido a Cristo en abnegación y sacrificio. Nunca debemos
perder de vista el hecho de que si alguna vez hemos de tomar posesión del reino
de gloria, debemos aceptar por fe los méritos de Jesucristo....
Algunos que pasan por dificultades y desalientos pueden
sentir que la suya es una suerte triste. Que recuerden que Cristo pasó por
experiencias similares. Sabía lo que era la pobreza y las dificultades. Él le
pide que crea en su amor y siga sus pasos. Trabajará a través de aquellos que
tienen medios para proveer a aquellos que lo necesitan. . . .
Muchos de nosotros hemos dejado de estudiar las Escrituras.
Hemos fallado en desarrollar caracteres que Cristo pueda usar. El Hijo de Dios
abandonó los atrios de gloria y vino a nuestro mundo para participar de sus
tentaciones y dificultades a fin de poder elevarnos y hacernos hijos e hijas de
Dios. Él nos llama individualmente a que asumamos la obra que se nos ha asignado dondequiera que estemos. Debemos
preocuparnos por las almas como aquellos que deben dar cuenta. Debemos hacer lo
que podamos para ministrar a las necesidades espirituales de la humanidad. . .
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