La Majestad del cielo, mientras estaba ocupado en Su ministerio terrenal, oró mucho a Su Padre. Con frecuencia se postraba toda la noche en oración. . . .El Monte de la Olivas era el lugar favorito del Hijo de Dios para sus devociones. Con frecuencia, después de que la multitud lo había dejado para el retiro de la noche, no descansaba, aunque estaba cansado de las labores del día. . . . Mientras la ciudad permanecía en silencio y los discípulos habían regresado a sus hogares para refrescarse con el sueño, Jesús no dormía. Sus súplicas divinas ascendían a Su Padre desde el Monte de las Olivas para que Sus discípulos pudieran ser guardados de las malas influencias que encontrarían diariamente en el mundo, y para que Su propia alma pudiera ser fortalecida y preparada para los deberes y pruebas del día venidero. Toda la noche, mientras Sus seguidores dormían, su divino Maestro oraba. El rocío y la escarcha de la noche cayeron sobre Su cabeza inclinada en oración. Su ejemplo queda para sus seguidores. . . .
Eligió la quietud de la noche, cuando no habría interrupciones. Jesús podía sanar a los enfermos y resucitar a los muertos. Él mismo fue una fuente de bendición y fortaleza. Incluso ordenó a las tempestades y le obedecieron. No estaba manchado de corrupción, era un extraño al pecado; sin embargo, oró, y a menudo lo hizo con fuerte clamor y lágrimas.
Oró por sus discípulos y por sí mismo, identificándose así con nuestras necesidades, nuestras debilidades y nuestras fallas, que son tan comunes en la humanidad. Era un peticionario poderoso, que no poseía las pasiones de nuestra naturaleza humana y caída, sino que estaba rodeado de similares debilidades, tentado en todos los puntos, tal como nosotros. Jesús soportó una agonía que requirió ayuda y apoyo de Su Padre.
Cristo es nuestro ejemplo. ¿Son los ministros de Cristo tentados y ferozmente golpeados por Satanás? así también lo fue Aquel que no conoció pecado. Se volvió a Su Padre durante esas horas de angustia. Él vino a la tierra para proporcionar un medio por el cual pudiéramos encontrar la gracia y la fortaleza para ayudar en cada momento de necesidad, siguiendo Su ejemplo en oración frecuente y ferviente. God's Amazing Grace, pág. 167.
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