En esta vida debemos enfrentar pruebas de fuego y hacer sacrificios costosos, pero la paz de Cristo es la recompensa. Ha habido tan poca abnegación, tan poco sufrimiento por la causa de Cristo, que la cruz se ha olvidado casi por completo. Debemos ser partícipes con Cristo de Sus sufrimientos si queremos sentarnos triunfantes con Él en Su trono.
Mientras elijamos el camino fácil de la autocomplacencia y tengamos miedo de la abnegación, nuestra fe nunca se volverá firme y no podremos conocer la paz de Jesús ni el gozo que proviene de la victoria consciente. Los más exaltados de la hueste redimida que están ante el trono de Dios y del Cordero, vestidos de blanco, conocerán el conflicto que conlleva el vencer, porque han pasado por una gran tribulación. Aquellos que han cedido a las circunstancias en lugar de envolverse en este conflicto no sabrán cómo resistir en ese día cuando la angustia se apoderará de cada alma, cuando, aunque Noé, Job y Daniel estuvieran en la tierra, no podrían salvar ni a su hijo ni a su hija, porque cada uno debe librar su alma por su propia justicia.
Nadie necesita decir que su caso es desesperado, que no puede vivir la vida de un cristiano. La muerte de Cristo hace amplia provisión para cada alma. Jesús es nuestra ayuda siempre presente en tiempos de necesidad. Llámelo solo con fe, y Él ha prometido escuchar y responder a sus peticiones.
Es ahora que debemos mantenernos a nosotros mismos y a nuestros hijos sin mancha del mundo. Es ahora cuando debemos lavar nuestras vestiduras de carácter y blanquearlas en la sangre del Cordero. Es ahora cuando debemos superar el orgullo, la pasión y la pereza espiritual. Es ahora cuando debemos despertar y hacer un esfuerzo decidido por la simetría de carácter....
Ahora es el momento de prepararse. El sello de Dios nunca se colocará en la frente de un hombre o una mujer impuros. Nunca se colocará sobre la frente de un hombre o mujer ambicioso y amante del mundo. Nunca se colocará en la frente de hombres o mujeres de lengua falsa o de corazón engañoso. Todos los que reciben el sello deben estar sin mancha ante Dios: candidatos para el cielo. Adelante, hermanos y hermanas ... escudriñen las Escrituras por ustedes mismos, para que puedan comprender la terrible solemnidad de la hora presente.
Testimony Treasures, tomo 2, págs. 69-71.
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