Cada momento de nuestra vida es intensamente real. La vida no es un juego; está cargado de tremenda importancia, cargado de responsabilidades eternas. Cuando miramos la vida desde ese punto de vista, nos damos cuenta de nuestra necesidad de ayuda divina. Se nos impondrá la convicción de que una vida sin Cristo será una vida de completo fracaso, pero si Jesús permanece con nosotros, viviremos con un propósito. Entonces nos daremos cuenta de que sin el poder de la gracia y el Espíritu de Dios no podemos alcanzar la elevada norma que Él ha puesto ante nosotros. Hay una excelencia divina de carácter que debemos alcanzar, y al esforzarnos por alcanzar la norma del cielo, los incentivos divinos nos impulsarán, la mente se equilibrará y la inquietud del alma será desterrada a un reposo en Cristo.
¿Con qué frecuencia entramos en contacto con personas que nunca son felices? No disfrutan del contentamiento y la paz que Jesús les puede dar. Profesan ser cristianos pero no cumplen con las condiciones bajo las cuales se cumple la promesa de Dios. Jesús ha dicho: "Venid a mí.... Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga ". (Mateo 11: 28-30). La razón por la que muchos están en un estado de inquietud es que no están aprendiendo en la escuela del Maestro. El hijo de Dios que es sumiso y abnegado comprende por experiencia lo que es tener la paz de Cristo.
Las mejores cosas de la vida: la simplicidad, la honestidad, la veracidad, la pureza, la integridad inmaculada, no se deben comprar ni vender. Son tan gratuitas para los analfabetos como para los educados, para el blanco como para el negro, para el pobre como para el rey en su trono. . . .
En el campo de la vida, todos estamos sembrando semillas. Como sembramos, cosecharemos. Aquellos que siembran amor propio, amargura, celos, cosecharán una cosecha similar. Aquellos que siembran amor desinteresado, bondad, tierna consideración por los sentimientos de los demás, recogerán una cosecha preciosa. That I My Know Him, pág. 85.
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