Wednesday, July 28, 2021

No Hay Una Verdadera Sabiduría Sin Dios

 

La verdadera sabiduría es un tesoro tan duradero como la eternidad. Muchos de los llamados hombres y mujeres sabios del mundo son sabios solo en su propia estimación. Contentos con la adquisición de la sabiduría mundana, nunca entran en el jardín de Dios para familiarizarse con los tesoros del conocimiento contenidos en Su santa Palabra. Suponiéndose sabios, ignoran la sabiduría que deben tener todos los que obtienen la vida eterna. Atesoran un desprecio por el Libro de Dios, que, si se estudia y se obedece, los haría verdaderamente sabios.

La Biblia es para ellos un misterio impenetrable. Las grandes y profundas verdades del Antiguo y Nuevo Testamento les resultan oscuras, porque las cosas espirituales no son disciernidas espiritualmente. Necesitan aprender que el temor del Señor es el principio de la sabiduría, y que sin esa sabiduría, su aprendizaje es de poco valor.

Los que conocen la verdad son responsables de los que no la conocen. Como parte de la gran firma de Dios, tenemos una obra que hacer para fortalecer los intereses de esa firma. Como instrumentos de justicia, debemos edificar el reino de Dios, de acuerdo con los planes que Él nos ha presentado. Todos los que están conectados con Dios serán imbuidos de su Espíritu. La luz que les ha sido dada la comunicarán a los que están en tinieblas. Nunca cesarán sus esfuerzos por ganar almas para Cristo. Esa es la obra que deben realizar todos los que afirman creer en Jesús. Y en esa obra se entregarán a Dios en alma, cuerpo y espíritu. Llevarán la carga de su alma en oración a Dios, para que los que no lo conocen sean convencidos y convertidos. Descuidar esa obra es insultar a Jehová, contristar al Espíritu Santo y resultar desleal a Cristo.

Aquellos que luchan por una educación en las ciencias, pero que no han aprendido la lección de que el temor de Dios es el principio de la sabiduría, están trabajando sin remedio y sin esperanza, cuestionando la realidad de todo. Pueden adquirir una educación en las ciencias, pero a menos que obtengan un conocimiento de la Biblia y un conocimiento de Dios, carecen de la verdadera sabiduría. Los ignorantes, si conocen a Dios y a Jesucristo, tienen una sabiduría más duradera que la de los más sabios que desprecian la instrucción de Dios.

Dios es glorificado al tener canales a través de los cuales puede comunicar los tesoros del cielo a un mundo caído. Todo aquel que limpie su alma de impureza y permita que la semejanza del carácter de Cristo se coloque en su carácter, reflejará hacia Dios en corrientes puras, la alabanza y la acción de gracias de las almas que ha ganado para Cristo. El Salvador dice: " De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre."

La verdadera sabiduría está infinitamente por encima de la comprensión de los sabios del mundo. La sabiduría oculta, que es Cristo formado en el interior, la esperanza de gloria, es una sabiduría tan elevada como el cielo. Los principios profundos de la piedad son sublimes y eternos. Una experiencia cristiana por sí sola puede ayudarnos a comprender este problema y obtener los tesoros del conocimiento que se han escondido en los consejos de Dios, pero que ahora se dan a conocer a todos los que tienen una conexión vital con Cristo. 
Review and Herald, 18 de julio del 1899.

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