Un hombre que está en paz con Dios y con sus semejantes no puede ser miserable. No habrá envidia en su corazón; las malas conjeturas no encontrarán lugar allí; el odio no podrá existir. El corazón en armonía con Dios se eleva por encima de las molestias y pruebas de esta vida.
Aquello que Satanás planta en el corazón —envidia, celos, sospechas, hablar maldad, impaciencia, prejuicio, egoísmo, codicia y vanidad— debe ser desarraigado. Si se permite que esas cosas malas permanezcan en el alma, darán frutos por los cuales muchos serán contaminados. ¡Oh, cuántos cultivan las plantas venenosas, que matan los preciosos frutos del amor y contaminan el alma!
Sólo el amor que brota del corazón de Cristo puede sanar. Sólo Aquel en quien fluye ese amor, como la savia del árbol o la sangre en el cuerpo, puede restaurar el alma herida.
Las agencias del amor tienen un poder maravilloso, porque son divinas. La blanda respuesta que “quita la ira”, el amor que “es sufrido y benigno”, la caridad que cubre “multitud de pecados”, si aprendiéramos la lección, ¡con qué poder sanador serían dotadas nuestras vidas! ¡Cómo se transformaría la vida y la tierra se convertiría en una semejanza y un anticipo del cielo! Our Father Cares, pág. 50.
No comments:
Post a Comment