Debéis seguir a Dios como hijos amados, ser obedientes a todos sus requerimientos, viviendo en amor como Cristo también nos ha amado... El amor fue el elemento en el que Cristo se movió, caminó y obró. Vino a abrazar al mundo en los brazos de su amor....
Debemos seguir el ejemplo dado por Cristo, y hacer de Él nuestro modelo, hasta que tengamos el mismo amor por los demás que Él manifestó por nosotros. Él busca impresionarnos con esta profunda lección de amor... Si vuestros corazones se han entregado al egoísmo, dejad que Cristo os impregne de su amor. Él desea que lo amemos completamente, y alienta, sí, incluso manda que amemos a los demás como Él nos ha dado un ejemplo.
Ha hecho del amor la insignia de nuestro discipulado... Esta es la medida a la que debemos llegar: "Amaos los unos a los otros, como yo os he amado". ¡Qué altura, qué profundidad y qué amplitud de amor! Ese amor no consiste simplemente en abrazar a unos pocos favoritos, sino en alcanzar a las más bajas y humildes de las criaturas de Dios. Jesús dice: "En cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis".
El amor y la simpatía que Jesús quiere que demos a los demás no sabe a sentimentalismo, que es una trampa para el alma; es un amor que es de extracción celestial, que Jesús ejemplifica tanto por precepto como por ejemplo. Pero en lugar de manifestar ese amor, con qué frecuencia nos separamos y distanciamos los unos de los otros... El resultado es un alejamiento de Dios, una experiencia empequeñecida, una ruina del crecimiento cristiano...
El amor de Jesús es un principio activo que une corazón con corazón en lazos de comunión cristiana. Todo el que entre en el cielo habrá sido perfeccionado en la tierra en el amor; porque en el cielo el Redentor y los redimidos serán objetos de nuestro interés. Our Father Cares, pág. 27
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