Wednesday, March 9, 2022

Una Fragancia Sagrada

 
A fin de dar mucho fruto, debemos aprovechar al máximo nuestros privilegios y oportunidades, siendo cada vez más espirituales. Debemos desechar toda vulgaridad, todo orgullo, toda mundanalidad, y recibir diariamente la ayuda divina. Si han de crecer espiritualmente, deben emplear todos losmedios que provee el Evangelio, y prepararse para crecer en la ganar en piedad por la influencia del Espíritu Santo; porque la semilla se desarrolla desde la hoja hasta el grano completo por medio de agentes invisibles y sobrenaturales.

La promesa con la cual Jesús consoló a Sus discípulos justo antes de que Su traición y crucifixión fue la del Espíritu Santo; y en la doctrina de la influencia y agencia divinas, qué riquezas les fueron reveladas; porque esa bendición traería consigo todas las demás bendiciones.

El Espíritu Santo sopla sobre el alma que humildemente descansa en Cristo como Autor y Consumador
de su fe; y de tal creyente saldrá fruto para vida eterna; Su influencia será fragante, y el nombre de Jesús
será música en sus oídos y melodía en su corazón.

El cristiano será sabor de vida para vida para otros, aunque no pueda explicar los misterios de su experiencia. Pero sabrá que cuando las nubes y las tinieblas lo rodearon, y él clamó al Señor, las tinieblas se disiparon, y la paz y el gozo llegó al templo de su alma. Él sabrá lo que es tener el amor perdonador de Dios revelado al corazón, experimentar la paz que sobrepuja todo entendimiento, el tener alabanza, acción de gracias y adoración brotando en el alma hacia Aquel que nos amó y nos lavó de nuestros pecados en su propia sangre.

Tiene paz por medio de Jesucristo, y gozo en el Espíritu Santo. Uno con Cristo, su alma está llena de sumisión a su voluntad, y el cielo es atesorado en su corazón mientras está envuelto en el seno del amor infinito. Los cristianos de este orden darán mucho fruto para la gloria de Dios. Interpretarán correctamente el carácter de Dios y manifestarán sus atributos al mundo. The Signs of the Times, 3 abril del 1893.

 

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