Dios es amor. Su naturaleza, Su ley, son amor. Siempre lo han sido, siempre lo serán....Cada
manifestación de poder creativo es una ex[resión de amor infinito.
Es a través de Su poder que el verano y el invierno, la siembra y la cosecha, el día y la noche, siguen el uno al otro en su sucesión regular. Es por Su palabra que florece la vegetación, que brotan las hojas y florecen las flores. Cada cosa buena que tenemos, cada rayo de sol y lluvia, cada bocado de alimento, cada momento de la vida, es un regalo de amor.
La historia del gran conflicto entre el bien y el mal, desde el momento en que comenzó en el cielo hasta el derrocamiento final de la rebelión y la erradicación total del pecado, es también una demostración del amor inmutable de Dios. El don de Cristo revela el corazón del Padre.
Dios hizo a nuestro mundo el don maravilloso de Su Hijo unigénito. A la luz de ese acto, los habitantes de otros mundos nunca podrían decir que Dios podía haber hecho más de lo que hizo para mostrar Su amor por los hijos de los hombres. Hizo un sacrificio que desafía todo cálculo.
Miles tienen una falsa concepción de Dios y Sus atributos. Ellos están tan verdaderamente sirviendo a un dios falso como lo estaban los siervos de Baal. ¿Estamos adorando al Dios verdadero tal como se revela en Su Palabra, en Cristo, en la naturaleza, o estamos adorando a algún ídolo filosófico consagrado en Su lugar? Dios es un Dios de verdad. La justicia y la misericordia son los atributos de Su trono. Es un Dios de amor, de piedad y de tierna compasión. Así Él está representado en Su Hijo, nuestro Salvador. Él es un Dios de paciencia y longanimidad. Si tal es el ser que adoramos y a cuyo carácter tratamos de asimilarnos, estamos adorando al verdadero Dios.
The Faith I Live By, pág. 59.
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