Tuesday, August 22, 2023

Se Necesita la Oración Diaria

 

La religión debe comenzar con el acto de vaciar y purificar el corazón, y debe nutrirse con la oración diaria. Es tan conveniente, tan esencial para nosotros orar tres veces al día como lo fue para Daniel. La oración es la vida del alma, el fundamento del crecimiento espiritual. . . . Si encuentran corazón y voz para orar, Dios encontrará respuestas a sus oraciones.

Exhorte a los hermanos a orar. Debemos buscar si queremos encontrar, debemos pedir si hemos de recibir, debemos llamar si queremos que se nos abra la puerta.

En el servicio sacerdotal judío se nos recuerda continuamente el sacrificio y la intercesión de Cristo. Todos los que vienen a Cristo hoy deben recordar que Su mérito es el incienso que se mezcla con las oraciones de aquellos que se arrepienten de sus pecados y reciben el perdón, la misericordia y la gracia. Nuestra necesidad de la intercesión de Cristo es constante. Día tras día, mañana y tarde, el corazón humilde necesita ofrecer oraciones a las que se devuelvan respuestas de gracia, paz y alegría. “Por él, pues, ofrezcamos continuamente a Dios sacrificio de alabanza, es decir, el fruto de nuestros labios alabando su nombre. Pero de hacer el bien y de comunicar no os olvidéis, porque de tal sacrificio Dios se agrada.”

Como los patriarcas de antaño, los que profesan amar a Dios deben erigir un altar al Señor dondequiera que planten su tienda. Si alguna vez hubo un momento en que cada casa debería ser una casa de oración, es ahora. Los padres y las madres a menudo deben elevar sus corazones a Dios en humildes súplicas por ellos y sus hijos. Que el padre, como sacerdote del hogar, ponga sobre el altar de Dios el sacrificio de la mañana y de la tarde, mientras la esposa y los hijos se unen en oración y alabanza. En una casa así, a Jesús le encantará quedarse.

De todo hogar cristiano debe brillar una luz santa. El amor debe ser revelado en acción. Debe fluir en todas las relaciones del hogar, mostrándose en amabilidad reflexiva, en cortesía amable y desinteresada. Hay hogares donde se lleva a cabo este principio, hogares donde se adora a Dios y reina el amor más verdadero. Desde esos hogares, la oración matutina y vespertina asciende a Dios como dulce incienso, y Sus misericordias y bendiciones descienden sobre los suplicantes como el rocío de la mañana.

Al seguir a Cristo, mirando a Aquel que es el Autor y Consumador de su fe, sentirá que está trabajando bajo Su mirada, que está influenciado por Su presencia y que Él conoce sus motivos. A cada paso inquirirá humildemente: ¿Agradará esto a Jesús? ¿Glorificará a Dios? Por la mañana y por la noche, sus fervientes oraciones deben ascender a Dios para recibir Su bendición y guía. La verdadera oración se apodera de la Omnipotencia y nos da la victoria. De rodillas el cristiano obtiene fuerzas para resistir la tentación. Prayer, pág. 21.

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