Tuesday, January 23, 2024

Dios Escucha la Oración

 


Cuando Jesús estuvo en la tierra y caminó como hombre entre los hijos de la humanidad, oró, y ¡oh, cuán fervientes fueron sus oraciones! ¡Pasó toda la noche sobre el suelo húmedo y frío, en agonizante súplica! Y, sin embargo, era el Hijo de Dios amado y sin pecado.

Si Jesús  sintió la necesidad de la comunión con su Padre y manifestó tanto fervor en invocarlo, ¡cuánto más nosotros, a quienes Él llamó a ser herederos de la salvación, que estamos sujetos a las ardientes tentaciones del astuto enemigo y dependemos de la gracia divina para tener fuerza para vencer, deberíamos tener nuestras almas completamente movidas a luchar con Dios...

Satanás está siempre dispuesto a insinuar que la oración es una mera formalidad y no nos sirve de nada. No puede soportar que se apele a su poderoso rival. Al sonido de la oración ferviente, las huestes de las tinieblas tiemblan.

Temiendo que sus cautivos escapen, forman un muro a su alrededor, para que la luz del Cielo no llegue a sus almas. Pero si en su angustia e impotencia miran a Jesús, suplicando los méritos de su sangre, su compasivo Redentor escucha su ferviente y perseverante oración de fe y envía para su liberación un refuerzo de ángeles que sobresalen en fortaleza.

Y cuando esos ángeles, poderosos y revestidos del arsenal del cielo, vienen en ayuda de las almas desmayadas y perseguidas, los ángeles de las tinieblas retroceden, sabiendo bien que su batalla está perdida y que más almas están escapando del poder de su influencia...

Si espera la salvación, debe orar. Tóme tiempo. No esté de prisa ni sea descuidado en sus oraciones. Interceda con Dios para que obre en usted una completa reforma para que los frutos del Espíritu moren en usted, y para que mediante su vida piadosa, pueda rillar como una luz en el mundo.  From the Heart, pág. 26.

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