Sunday, April 8, 2012

El Importante Ministerio e Imprescindible Don del Espíritu Santo Parte 8


Por Elena G. de White

Nota Editorial: Un enjambre de tornados atacó del día 3 de abril del 2012 a Arlington, en el Condado de Dallas, en el estado de Texas. Por lo menos dos tornados pasaron por el área metropolitana de Dallas-Fort Worth. El peor peligro en años, y el Dr. Forbes, dijo que todavía hay peligro de que hayan más.

"La promesa del Espíritu no se limita a ninguna edad ni raza. Cristo declaró que la influencia divina de su Espíritu estaría con sus seguidores hasta el fin. Desde el día de Pentecostés hasta ahora, el Consolador ha sido enviado a todos los
que se han entregado plenamente al Señor y a su servicio. A todo el que ha aceptado a Cristo como Salvador personal, el Espíritu Santo ha venido como consejero santificador, guía y testigo. Cuanto más cerca de Dios han andado los creyentes,
más clara y poderosamente han testificado del amor de su Redentor y de su gracia salvadora." Hechos de los Apóstoles, pág. 40

"¿Por qué no sentimos hambre y sed por el don del Espíritu, ya que es el medio por el cual hemos de recibir poder? ¿Por qué no hablamos de él, no oramos por él, no predicamos acerca de él?" Testimonies, tomo 8, pág. 22.

"La mayor prueba de la sinceridad de nuestra obediencia a la ley de Dios y de nuestra lealtad al Redentor, es un amor desinteresado dispuesto al sacrificio por nuestro prójimo.

"La gloria del Evangelio consiste en restaurar en nuestra especia caída la imagen de la divinidad por una manifestación constante de beneficencia. Dios honrará este principio doquiera se maniefieste.

"Los que, por amor de la verdad, siguen el ejemplo de abnegación de cristo, hacen una impresión considerable sobre el mundo. Su ejemplo es convincente y contagioso. Los hombres ven que hay entre los hijos de Dios una fe que obra por amor y que purifica
el alma de todo egoísmo. En la vida de quienes obedecen los mandamientos de Dios, los mundanos ven la evidencia convincente de que la ley de Dios es una ley de amor para con Dios y el hombre." Joyas de los Testimonios, tomo 3, pág. 147.

"'En esto es glorificado mi Padre—dice Cristo—en que llevéis mucho fruto.' . . .

"La transformación del carácter ha de atestiguar al mundo que el amor de Cristo mora en nosotros. El Señor espera que su pueblo demuestre que el poder redentor de la gracia puede obrar en el carácter deficiente, y hacerlo desarrollar simétricamente para que lleve abundante fruto.

"Pero a fin de que cumplamos el propósito de Dios, debe hacerse una obra preparatoria. El Señor nos ordena que despejemos nuestro corazón del egoísmo que es la raíz del enajenamiento. Él anhela derramar sobre nosotros su Espíritu Santo en abundante medida, y nos ordena que limpiemos el camino por el renunciamiento. Cuando entreguemos el yo a Dios, nuestros ojos serán abiertos para ver las piedras de tropiezo que nuestra falta de cristianismo ha colocado en el camino ajeno. Dios nos ordena que las eliminemos todas. Dice 'confesaos vuestras faltas los unos a los otros, y rogad los unos por los otros, para que seáis sanos.' (Santiago 5:16.) Entonces podemos tener la seguridad que tuvo David, cuando después de haber confesado su pecado oró: 'Vuélveme el gozo de tu salud; y el espíritu libre me sustente. Enseñaré
a los prevaricadores tus caminos; y los pecadores se convertirán a ti.' (Salmo 51:12, 13.)

"Cuando la gracia de Dios reine en el interior, el alma quedará rodeada de fe y valor, y de un amor como el de Cristo, una atmósfera que viogorizará la vida espiritual de todos los que la inhalen." Joyas de los Testimonios, tomo 2, págs. 381–382.

"Si os alarmáis por vuestras propias almas, si buscáis a Dios diligentemente, él será hallado de vosotros; pero él no acepta arrepentimiento a medias. Si queréis abandonar vuestros pecados, él está siempre listo para perdonarlos. ¿queréis entregaros ahora? Miraréis al Calvario y preguntaréis: 'Hizo Jesús este sacrificio por mí?
¿Soportó la humillación, la vergüenza y el oprobio, y sufrió la cruel muerte de la cruz, porque deseaba salvarme de los sufrimientos de la culbabilidad y el horror de la desesperación, y hacerme indeciblemente feliz en su reino?' Mirad a Aquel que vuestros pecados atravesaron, y resolved: ''El Señor recibirá el servicio de mi
vida. Ya no me uniré con sus enemigos; no prestaré ya mi influencia a los rebeldes contra su gobierno. Todo lo que tengo y soy es demasiado poco para consagrarlo a Aquel que de tal manera me amó que dió su vida por mí, toda su persona divina por un ser tan pecaminoso y errante.' Separaos del mundo. Colocaos completamente de parte
del Señor. Seguid luchando hasta las puertas y obtendréis gloriosas victorias." Ibid., tomo 2, pág. 141.

Continuará. . .

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