Sunday, April 29, 2012

El Importante Ministerio e Imprescindible Don del Espíritu Santo Parte 11


Por Elena G. de White

Nota Editorial: Terrible violencia en Montreal, la policía usó bombas de percusión a medida que las protestas estudiantiles se volvieron violentas.


El Señor desea que todos comprendan que su prosperidad está escondida con él en Cristo; que depende de su humildad, mansedumbre, obediencia sin reservas y devoción. Cuando hayan
aprendido la lección que el gran Maestro enseña, cuando sepan morir a sí mismos y no poner su confianza en el hombre, entonces, cuando le invoquen, el Señor será para ellos
auxilio eficaz en cada dificultad. Él dirigirá su juicio. Estará a su diestra aconsejarles y les dirá: 'Este es el camino, andad por él.'" Joyas de los Yestimonios, tomo 3, págs 192–193.

"La ausencia del Espíritu es lo que hace tan impotente el ministerio evangélico. Puede poseer saber, talentos, elocuencia, y todo don natural o adquirido; pero, sin la presencia del
Espíritu de Dios, ningún corazón se conmoverá, ningún pecador será ganado para Cristo. Por otro lado, si sus discípulos más pobres y más ignorantes están vinculados con Cristo, y tienen los dones
del Espíritu, tendrán un poder que hará sentir sobre los corazones. Dios hará de ellos conductos para el derramamiento de la influencia más sublime del universo.

"¿Por qué no tener hambre del Espíritu, puestoque es el medio por el cual hemos de recibir poder?" Ibid., pág. 212

"La presencia del Espíritu con los obreros de Dios dará a la presentación de la verdad un poder que no podrían darle todos los honores o la gloria del mundo. El Espíritu provee la fuerza que sostiene
en toda emergencia a las almas que luchan, en medio de la frialdad de sus parientes, el odio del mundo y la comprensión de sus propias imperfecciones y equivocaciones." Ibid.

"Vi que es privilegio de todo cristiano gozar de las profundas emociones del Espíritu de Dios. una paz dulce y celestial invadirá la mente y os deleitaréis en meditar en Dios y en el cielo. Os regocijarán las
gloriosas promesas de su Palabra." Ibid., too 1, pág. 52.

"Debemos hablar del poder de Cristo. Somos completamente impotentes para rescatarnos de las garras de Satanás; pero Dios ha señalado una vía de escape. El Hijo del altísimo tiene fuerza para pelear la batalla por
nosotros; y por 'Aquel que nos amó' podemos hacer 'más que vencer'. Romanos 8:37.

"No obtenemos fuerza espiritual si sólo pensamos en nuestras debilidades y apostasías y lamentamos el poder de Satanás. Esta gran verdad debe ser establecida como principio vivo en nuestra mente y corazón: la eficacia
de la ofrenda hecha en favor nuestro; que Dios puede salvar hasta lo sumo a cuantos acuden a él cumpliendo las condiciones especificadas en su Palabra. Nuestra obra consiste en poner nuestra voluntad de parte de la
voluntad de Dios. Luego, por la sangre de la expiación, llegamos a ser partícipes de la naturaleza divina; por Cristo somos hijos de Dios, y tenemos la seguridad de que Dios nos ama así como amó a su Hijo. Somos uno con
Jesús. Vamos a donde Cristo nos conduce; él tiene poder para disipar las densas sombras que Satanás arroja sobre nuestra senda; y en lugar de las tinieblas y el desaliento, brilla el sol de su gloria en nuestro corazón." Ibid., tomo 2, pág. 338.

"'Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe. . .Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras es muerta'. Santiago 2:24–26. Es esencial tener fe
en Jesús y creer que habéis sido salvados por él, pero hay peligro de tomar la posición que muchos toman al decir: 'Estoy salvado'. Muchos han dicho: 'Ud. tiene que hacer buenas obras y vivirá'. La fe y las obras van juntas.
El creer y el hacer se entremezclan. El Señor no requiere menos del alma ahora, que lo que requirió de Adán en el paraíso, antes de la caída: perfecta obediencia, justicia impecable. Lo que Dios requiere bajo el pacto de la gracia, es
tan amplio como lo que requirió en el paraíso: armonía con su ley, que es santa y justa y buena. El Evangelio no debilita las demandas de la ley. Exalta la ley y la hace honorable. En el Nuevo Testamento no se requiere menos que lo que se requería
en el Antiguo Testamento." Mensajes Selectos, tomo 1, pág. 438.

Continuará. . .

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