Cuando Cristo comparó el reino de los cielos con una perla
de gran precio, deseó que cada alma apreciara esa perla por encima de todo. La
posesión de la perla, que significa la posesión de Cristo como un Salvador
personal, es un símbolo de [posesión de] las más altas riquezas. Es un tesoro
sobre todo tesoro terrenal. . . .
Hay algunos que están buscando,
siempre buscando, la perla de gran precio. Pero no hacen una entrega total de
sus hábitos erróneos. No morirán a sí mismos para que Cristo viva en ellos. Por
lo tanto no encuentran la perla preciosa. . . . Nunca saben lo que es tener paz
y armonía en el alma; porque sin la entrega total de sí mismos no hay reposo,
ni alegría. Casi cristianos, aunque no totalmente cristianos, parecen estar cerca
del reino de los cielos, pero no pueden entrar allí. Casi, pero no totalmente
salvados, significa estar completamente perdidos. . . .
En la parábola se representa
al comerciante como vendiendo todo lo que tenía para adquirir posesión de una
perla de gran precio. Esta es una bella representación de aquellos que aprecian
la verdad tan altamente que renuncian a todo lo que tienen para llegar a entrar
en posesión de ella. Se aferran a la fe de la salvación provista para el hombre
en el sacrificio del Hijo unigénito de Dios. La justicia de Cristo, como una
perla pura y blanca, no tiene defecto, ni culpa, ni mancha. Ninguna obra del
hombre puede mejorar las grandes y preciosas verdades de la Palabra de Dios. No
son una mezcla de verdad y error. Están sin un defecto. . . .
Cristo está listo para recibir
a todos los que vienen a Él con sinceridad. Pero no tolerará una partícula de
fingimiento o hipocresía. Él es nuestra única esperanza. Es nuestro Alfa y
Omega. Es nuestro sol y nuestro escudo, nuestra sabiduría, nuestra
santificación, nuestra justicia. Sólo por medio de Su poder pueden nuestros
corazones ser guardados diariamente en el amor de Dios. . . .
La salvación, con sus tesoros inestimables,
comprados por su sangre, es la perla de gran precio. Se puede buscar y
encontrar. Pero todos los que realmente la encuentran venden todo lo que tienen
para comprarla. In Heavenly Places, pág. 49.
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