Wednesday, November 15, 2017

La Moneda Perdida—Parte 1



"¿O qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una dracma, no enciende la lámpara, y barre la casa, y busca con diligencia hasta encontrarla?" [Lucas 15:8.]

En el oriente, las casas de los pobres solían consistir en una sola habitación, a menudo sin ventanas y oscura. La habitación raramente se barría, y una moneda que caía al suelo se cubría rápidamente con el polvo y la basura. Para que se pudiera encontrar, incluso durante el día, se debía encender una lámpara y se debía barrer la casa diligentemente.
     La dote matrimonial de la esposa usualmente consistía en monedas, que ella cuidadosamente conservaba como su posesión más preciada, para ser transmitidas a sus propias hijas. La pérdida de una de esas piezas era considerada como una grave calamidad, y su recuperación causaba un gran regocijo, el cual las mujeres vecinas compartirían fácilmente. "Y cuando la encuentra," dijo Cristo,  "reúne a sus amigas y vecinas, diciendo: Gozaos conmigo, porque he encontrado la dracma que había perdido. Así os digo que hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente".
     La moneda perdida representa a aquellos que están perdidos en sus transgresiones y pecados, pero que no tienen ningún sentido de su condición. Están alejados de Dios, pero no lo saben. Sus almas están en peligro, pero están inconscientes y despreocupadas. En esta parábola, Cristo enseña que aun aquellos que son indiferentes a los reclamos de Dios, son el objeto de su compasivo amor. Deben ser buscados, para que puedan ser devueltos a Dios.
     La pieza de plata se perdió en la casa. Estaba cerca, pero solo se podía recuperar mediante una búsqueda diligente. Australasian Union Conference Record, 1 de julio del 1900.


Continuará...

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