Wednesday, March 21, 2018

Cristo Vino a Magnificar Su Ley



 A través de las artimañas del gran apóstata, el hombre ha sido llevado a separarse de Dios, y ha cedido a las tentaciones del adversario de Dios y del hombre al cometer pecados y violar la ley del Altísimo. Dios no pudo alterar ni una jota ni un tilde de su santa ley para encontrarse con el hombre en su condición caída; porque esto reflejaría  descrédito sobre la sabiduría de Dios al hacer una ley por la cual gobernar el cielo y la tierra. Pero Dios podía dar a su Hijo unigénito para que se convirtiera en el sustituto y la garantía del hombre, para que sufriera la pena que merecía el transgresor y para impartirle al alma arrepentida su perfecta justicia.
     Cristo se convirtió en el sacrificio inmaculado por una raza culpable, haciendo a los hombres prisioneros de la esperanza, para que, a través del arrepentimiento hacia Dios porque habían violado su santa ley, y por la fe en Cristo como su sustituto, garantía y justicia, pudieran ser devueltos a la lealtad a Dios y a la obediencia a su santa ley. . . .
     La vida y la muerte de Cristo en favor del hombre pecador tuvieron el propósito de restaurar al pecador al favor de Dios, mediante la impartición de la justicia que cumpliría con los requisitos de la ley, y encontrar la aceptación con el Padre. Pero siempre es el propósito de Satanás anular la ley de Dios y pervertir el verdadero significado del plan de salvación. Por lo tanto, ha originado la falsedad de que el sacrificio de Cristo en la cruz del Calvario fue con el propósito de liberar a los hombres de la obligación de guardar los mandamientos de Dios. Él le ha impuesto al mundo el engaño de que Dios ha abolido su constitución, desechado su norma moral y anulado su santa y perfecta ley. ¡Si hubiera hecho eso, qué terrible costo hubiera sido para Cielo!
En lugar de proclamar la abolición de la ley, la cruz del Calvario proclama en truenos su carácter inmutable y eterno. Si la ley hubiera sido abolida, y el gobierno del cielo y la tierra y de los innumerables mundos de Dios hubiera podido mantenerse, Cristo no necesitaba haber muerto. La muerte de Cristo fue para resolver para siempre la cuestión de la validez de la ley de Jehová. Después de haber sufrido la pena máxima por un mundo culpable, Jesús se convirtió en el mediador entre Dios y el hombre, para restaurar al alma arrepentida al favor de Dios al darle la gracia de guardar la ley del Altísimo.
      Cristo no vino a destruir la ley o los profetas, sino a cumplir con la letra misma de ésta. La expiación del Calvario vindicó la ley de Dios como santa, justa y verdadera, no solo ante el mundo caído, sino ante el cielo y ante los mundos no caídos. Signs of the Times, 20 de junio de 1895.

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