El Hijo unigénito del Dios infinito ha dejado, mediante Sus
palabras y en Su ejemplo práctico, un patrón sencillo que debemos copiar. Mediante
sus palabras nos ha educado para obedecer a Dios, y a través de su propia práctica nos ha mostrado cómo podemos
obedecer a Dios. Esta es la obra que Él quiere que cada persona haga, obedecer
a Dios inteligentemente, y por precepto y ejemplo enseñar a otros lo que deben
hacer para ser hijos obedientes de Dios.
Jesús ha ayudado al mundo entero a llegar a un conocimiento
inteligente de su misión y obra divinas. Vino a representar el carácter del
Padre a nuestro mundo; y mientras estudiamos la vida, las palabras y las obras
de Cristo, somos ayudados en todos los sentidos en la educación hacia la
obediencia a Dios; y al copiar el ejemplo que nos ha dado, somos epístolas vivientes
conocidas y leídas por todos los hombres. Somos las agencias humanas vivas que
representan ante el mundo el carácter de Cristo. Cristo no solo nos mostró cómo
podemos llegar a ser niños obedientes, sino que nos mostró en su propia vida y
carácter cómo hacer aquellas cosas que son justas y aceptables a Dios, así que
no hay razón por la cual no debemos hacer las cosas que son agradables a Su
vista.
Siempre debemos estar agradecidos de que Jesús haya
demostrado en la vida real que podemos guardar los mandamientos de Dios,
contradiciendo la falsedad de Satanás de que no podemos guardarlos. El gran
Maestro vino a nuestro mundo para estar a la cabeza de la humanidad, para así
elevar y santificar a la humanidad mediante Su santa obediencia a todos los
requisitos de Dios, mostrando que es posible obedecer todos los mandamientos divinos.
Ha demostrado que es posible obedecer toda la vida. Así Él le da al mundo a las
personas, de la misma manera en que el Padre dio al Hijo, para ejemplificar en
sus vidas la vida de Cristo.
Cristo redimió el fracaso y la caída vergonzosos de Adán, y venció,
testificando así ante todos los mundos no caídos y la humanidad caída que a
través del poder divino que el cielo le otorgara a Él, los seres humanos pueden
guardar los mandamientos de Dios. Jesús, el Hijo de Dios, se humilló a Sí mismo
por nosotros, soportó la tentación por nosotros, venció en nuestro favor, para
mostrarnos cómo podemos vencer; por los lazos más cercanos unió su interés con
la humanidad, y dio la seguridad positiva de que no seremos tentados más de lo
que podamos soportar; porque con la tentación Él proporcionará una via de
escape. Signs of the Times, 17 de abril del 1893.
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